miércoles, agosto 27, 2025
«Una ventana», de Jorge Teillier
miércoles, junio 25, 2025
«Edad de oro», de Jorge Teillier
martes, junio 24, 2025
HOY a 90 años de su nacimiento / Presentación de El Cielo cae con las Hojas de Jorge Teillier
lunes, junio 23, 2025
«El cielo cae con las hojas (poemas de Jorge Teillier)», de Jaime Valdivieso
viernes, mayo 30, 2025
«Twilight», de Jorge Teillier
martes, abril 22, 2025
«En memoria de una casa cerrada», de Jorge Teillier
viernes, febrero 21, 2025
«Si has llorado», de Jorge Teillier
lunes, junio 24, 2024
«Un vals para Matilde», de Jorge Teillier
lunes, abril 15, 2024
“El aromo”, de Jorge Teillier
El tiempo lo guardó en su memoria
para soñar con él, en las noches de invierno.
Los labios del tiempo despiertan,
y pronuncian, mojada de lluvia,
la primera palabra que recuerdan.
Y se enciende la llama del aromo
sin temor al viento, sin envidia del sol.
El aromo es el primer día de escuela,
es una boca manchada de cerezas,
una ola amarilla de donde nace la mañana,
un vaso de vino en la mesa de los pobres.
El aromo es un domingo en la plaza de provincias,
es lo que nace de la semilla
de un hueso de niño muerto,
la amistad de las ovejas y el molino
en los viejos calendarios
y la alegría de los brazos
que renacen cuando estrechan el cuerpo de quien aman.
en Para ángeles y gorriones, 2022
* ”Para ángeles y gorriones”, Jorge Teillier (ID: 297 en Catálogo de Selección de Libro 2024 para Bibliotecas Escolares, CRA). Corresponde a la reedición del primer libro de poemas publicado por Jorge Teillier, en el año 1956; edición que incluye en un apartado final algunas versiones originales. El libro contiene poemas que abordan temas como: las estaciones del año, el entorno, sensaciones íntimas, paisajes, la naturaleza, el amor, la amistad, reflexiones personales, etc. Son principalmente imágenes que evocan un paraíso perdido, un pasado añorado del lar, tema que Jorge Teillier trabajará a lo largo de toda su obra.
sábado, octubre 07, 2023
¡¡¡Hoy, mañana y el lunes en la Primavera del Libro / Descontexto a la entrada (stand 31)!!!
martes, abril 18, 2023
«Bajo el cielo nacido tras la lluvia», de Jorge Teillier
lunes, octubre 17, 2022
«Buen tiempo», de Jorge Teillier
viernes, junio 24, 2022
«Valdivia, 1968», de Jorge Teillier
viernes, junio 03, 2022
«Linterna sorda», de Jorge Teillier
martes, noviembre 09, 2021
«Cuerpo transparente», de Max Blecher

jueves, junio 24, 2021
«Conversaciones con Jorge Teillier», de Carlos Olivárez
jueves, junio 03, 2021
«San Bogart», de Germán Arestizábal

jueves, abril 22, 2021
«Un día he salido en libertad…», de Jorge Teillier
domingo, agosto 09, 2020
«Pascual Coña recuerda», de Jorge Teillier
Una cosa diré:
Estoy viejo, ya creo que tengo más de ochenta años.
Conozco las estrellas:
la estrella-carreta, el corral del ganado, el tirador,
el rastro del avestruz, el boleador, el montón de papas
o la gallina con polvos, el pellejo oscuro, el camino
de hadas.
He visto caer las hachas de piedra, y una gran bola de
fuego que corre como un tizón y trae la desgracia.
La piedra más apreciada es la llanca verde.
El canelo es nuestro árbol sagrado.
Las flores más lindas son la flor de gato y la lengua de loro.
Los años fríos se llaman «años machos», los sin heladas ni
nevazones
«años mujer».
A veces se mueve la tierra,
el Gnechen hace temblar la tierra.
La gente antigua no tenía nombre para los meses de los años.
Se orientaban diciendo:
tiempo de los brotes, luna de las primeras frutas;
tiempo de sol y de cosechas; cosecha guardada, caída
de las hojas de manzano; brotes grises, luna cenicienta,
estación de las
lluvias, lunas frías, escasez.
Y antes todavía
se distinguían sólo el verano de las frutas silvestres
y el invierno cuando todo se había acabado.
Ahora el mapuche se ha chilenizado,
habla como los chilenos,
así yo digo:
«Yo emprendí mi viaje a
Argentina el 13 de abril de 1882».
Primero vimos al Presidente Santa María en Santiago,
Painemilla habló
con él, no le hizo caso.
Estuvimos en Buenos Aires,
el Presidente Roca nos dio doscientos pesos, cuidó
de nosotros,
«de tal manera procede el hombre que tiene buen corazón».
Mi padre tenía un gran manzanar.
Había abundancia de manzanas,
crecían por todas partes,
los árboles se agachaban hasta el suelo por la abundancia
de las frutas.
No se sufría hambre.
El que tenía ganas comía harina tostada y tomaba chicha.
Los mapuches se ayudaban entre sí cuando empezaban
un trabajo,
esto se llamaba «mingaco».
La chicha se fabricaba para las fiestas: guillatunes, torneos de
cueca, matrimonios, casas nuevas, entierros, iniciaciones
de machis,
y para que las almas de los muertos llevaran su cocaví.
Cuando desperté a la razón vivía con mis padres a orillas
del mar,
en Rauquenhue. Allí me crié.
Jugábamos a las habas apostando lazos, lamas, cuchillos.
Jugábamos a la chueca.
Los mapuches tenían mucho apego a la chueca.
La Misión del Padre Octaviano fue jugada a la chueca.
Venció el equipo que estaba a favor del Padre.
Así se escaparon de la muerte él y su Misión.
Me aborrecieron por causa de mis tierras.
Los huincas por mi suelo no más pasaron.
Me ponían cercos en medio de mis terrenos.
Los fundos eran antes todos propiedades mapuches.
En las rogativas con un vaso trizado se lleva sangre y se dice:
«Aquí estás, Padre Azul, Aplastador del Río».
Después de cada rogativa diremos «Oom»
y él mandará sol o lluvia.
Ahora estoy enfermo, acostado en el suelo, esperando
la muerte conforme a los antiguos usos.
El Padre Ernesto recoge mis palabras,
he abandonado todas las cosas de este mundo.