viernes, julio 26, 2024

«Pierre Loti», de Alejandra Boero





Mis palabras nacen exiliadas.

Esta casa, aquí en lo alto,
otea los pliegues de mi historia.

Busco el mar,
vuelvo mi mirada al agua.
Retrocedo.
Sorbo el primer café del día.
Camino.
Entre cipreses y tulipanes,
hay estelas que repiten,
con insistencia de siglos,
todos mis nombres.

Conozco de memoria las distancias, 
los cotidianos extravíos.

Por cada orilla de mi lengua
yace un imperio 





Inédito


















jueves, julio 25, 2024

«Retrato», de Blaise Cendrars

Ver­sión de Raúl Dorra



 
Está durmiendo
Se despierta.
De repente, está pintando.
Toma una iglesia y pinta con una iglesia
Toma una vaca y pinta con una vaca
Con una sardina
Con cabezas, manos, cuchillos
Pinta con un nervio de buey
Pinta con todas las sucias pasiones de una pequeña ciudad judía
Con toda la sexualidad exacerbada de la provincia rusa
Para Francia
Sin sensualidad
Pinta con los muslos
Tiene los ojos en el trasero
Y de pronto es tu retrato
Eres tú lector
Soy yo
Es él
Es su novia
Es el tendero de la esquina
La vaquera
La comadrona
Hay cubetas de sangre
En ellas se lava a los recién nacidos
Cielos de locura
Bocas de modernidad
La torre en tirabuzón
Manos
Cristo
Cristo es él
Pasó su infancia en la Cruz
Se suicida todos los días
De pronto deja de pintar
Estaba despierto
Ahora está durmiendo
Se estrangula con la corbata
A Chagall le sorprende seguir viviendo.





Pintura: Autorretrato (1968), de Marc Chagall















miércoles, julio 24, 2024

«Vengo de ahí», de Mahmoud Darwish

Versión de Juan Carlos Villavicencio





Vengo de ahí y tengo muchos recuerdos.
Nací como todos los mortales, tengo una madre,
una casa con muchas ventanas,
tengo amigos, hermanos
y una celda en la prisión con una ventana fría.
Mía es la ola por las gaviotas arrebatadas,
un panorama de mí mismo
y un prado húmedo.
Mía es la luna al otro lado de las palabras,
y de la abundancia de pájaros
y del olivo inmortal.
Caminé por esta tierra antes de que las espadas
convirtieran su cuerpo en una presa abrumada.

Vengo de ahí. Le retorno el cielo a su madre
cuando el cielo llora por ella.
Y lloro para que hacer que una nube 
sepa de mí.
Aprendí todas las palabras dignas de un juicio de sangre
para romper de alguna una otra forma cada regla.
Aprendí todas las palabras para desarmar el léxico
para que la una única palabra sea hogar.














martes, julio 23, 2024

«El golpe. Un relato de memoria», de Roberto Parra

Inicio de la adaptación dramática de la obra en décimas, por Florencia Martínez




 
Roberto: Un relato de memoria, un once por la mañana. Masacre má inhumana no ha registrado la historia. Avione sin paz ni gloria volaron a La Moneda. La desploman como greda, con bombas y metralleta, se pusieron má jinetas los pacos en La Moneda.

(Pausa)

Los tanque con sus cañone, atacan las cuatro punta. La cagá dejó la junta con sus maldito avione. Se enlutan los arrebole con el humo de metralla. Jugaron a la payaya con el pueblo los bribone. Tiritan los corazone al ver a estos canalla.

(Pausa)

Caen las cuatro punta, el pueblo no se defiende, en La Moneda está Allende, bombardeando está la junta. Con los cañone de punta hacen fuego los maldito. No se salvan los má listos, los paisano, ni los curas, la sangre es la basura que dejaron los concripto.

(Pausa)

Hacen tira la Moneda, los tanque tan disparando! Mendoza, Leigh, bombardeando al solitario que queda. Es Allende que da prueba, que recuerden los obrero, Mendoza es un rastrero, es un pobre monigote con la mierda hasta el cogote, te verán perro faldero!

(Pausa)

A la diez de la mañana arde por las cuatro punta. Ardió Troya con la junta, al repique de campana. Esa maldita mañana la tenemo muy presente. Llegan a picar los diente, los pelo están como cerda, Chile ya se fue a la mierda, se lo llevó la corriente.





Parte II
La calle


Vecina: ¡En la Nueva Matucana hay operación peineta!

Roberto: ¿Están tocando retreta a las tres de la mañana Los sacan desde la cama, con las lluvia torrenciale. Los tratan como animale a todos los pobladore. Estos caimane traidore, ratone de los zorzale.

El dina: ¡Al hombre las escopeta! Los rifle están de reserva. Que se vayan a la mierda, infelice comunistas! Si todo son extremista, pasémoslos por las arma. Vaya teniente con carga a matar a los indigente. Brille el sol de oriente a la sei de la mañana.

Roberto: En la población la Victoria matan todo mis hermano. Niños, jóvene, ancianos, los sepultan en las noria. Estoy perdiendo la memoria, se me rompen los cristale. Son las primera señale de milicos y marinos, guiados por mal camino, corazones de chacale.

(Pausa)

El cielo está llorando al ver tanta injusticia que comete la milicia, los corazone sangrando; niños, viejos tiritando, imploran en los altare, tengan piedad militare ¿no saben que son hermano?

Milico: ¡Somo rey y soberano cantare de los cantare!

Roberto: Los grito parten el alma, al cielo los ojos fijo.



Publicado por las Ediciones de la Biblioteca Nacional, 2021










Contribución a DscnTxt de Tomás Harris, director de Ediciones de la Biblioteca Nacional

































lunes, julio 22, 2024

«Grito tu nombre», de Tawfiq Zayyad

Versión de Juan Carlos Villavicencio



Grito tu nombre 
tomo tus manos y las sostengo firmemente
y beso la tierra bajo tus pies
y sé que daría mi vida por ti.

Te ofrezco la luz de mis ojos,
el fuego de mi corazón:
porque esta tragedia que sufro
es sólo una mínima parte de tu tragedia.

No me he guardado nada por mi patria
ni subestimado el poder de mis manos 
para enfrentar al invasor con coraje:
soy un huérfano dispuesto a morir.

Llevo sobre mis hombros la sangre de mi gente
y me verás levantar mi bandera en alto
y proteger una montaña vestida con el verde de los olivos
sobre las tumbas de mis antepasados.
Grito tu nombre. No dejaré de llamarte.

 












domingo, julio 21, 2024

«Irreductible. Una antología, de Oliverio Girondo; Un aire de libertad emerge en Buenos Aires», de Eugenia Brito





Con prólogo de Beatriz Sarlo, Descontexto Editores ha sacado una antología del poeta Oliverio Girondo (Buenos Aires, 1891. Ibid. 1967). Se llama Irreductible y contiene los trabajos de Girondo desde Veinte Poemas para ser leídos en el Tranvía, 1922; Calcomanías, Membretes, publicados entre 1924-1927; Espantapájaros, 1932; Persuasión de los días, 1942; hasta en En la masmédula (1954-1963). Además incluyen poemas en otras publicaciones, y un conjunto de fragmentos de poemas no recopillados en un apartado llamado «Trizas».  

Girondo perteneció a un grupo de artistas entre los que se contó Borges, Enrique Molina, Olga Orozco, la novelista Nora Lange, su esposa, Macedonio Fernández, es decir la plena vanguardia argentina 

Su peculiar revolución, impresa en su estilo, consistió en una alteración profunda de la sintaxis y el léxico habitual del español de su tiempo. Ir en contra de la corriente del hábito burgués, y que en su caso particular consideró una estética que saludó a la modernidad como un espectáculo en que se desarmaban las divisiones entre lo sublime y lo grotesco; lo alto y lo bajo, marcada por un fuerte anticlericalismo y por una puesta en escena de una sensualidad que abarcaba tanto el cuerpo de la letra, su volumen, sus pliegues y múltiples juegos, como sus lados más oscuros y siniestros.

Los escenarios de Girondo están dominados por la erótica y la velocidad:
 
«Las notas del pistón describen trayectorias de cohete, vacilan en el aire, se apagan antes de darse contra el suelo. Salen unos ojos pantanosos con mal olor, unos dientes podridos por el dulzor de las romanzas, unas piernas que hacen humear el diccionario».

El esfuerzo del poeta Girondo en sus primeros textos, el llamado «diario de viaje», como diría alguna crítica va a ser ir en contra del diccionario, de la costumbre así como de lo trascendente: más bien su estética consagra lo repentino, transitorio, fugaz, no hay valores fijos y toda verdad se descarna, desencantada, de su objeto. Así Girondo, se siente lejano de esos objetos que aparecen sellando el cuerpo diurno de la modernidad; es una especie de flaneur, como Baudelaire en el S. XIX, pero más caótico y menos melancólico y crítico. Baudelaire trazó las huellas de lo moderno en Europa; Girondo vio la llegada del liberalismo expansivo y triunfante, pero también su ácido corrosivo y poderoso, ajeno a toda ética.

Según Mallarmé, el libro es la extensión total de la letra y en estos textos encontramos el y los golpes de dados de una partida que tiene «bandejas que son lunares con senos semidesnudos», «ingleses que fabrican niebla con sus pupilas», sirvientas cluecas, «un mar lleno de baba y epilepsia», en una «hora en que los muebles viejos aprovechan de sacarse las mentiras». En fin, la permutación de lo trascendente y el humor y el desplazamiento de lo serio y solemne hacia lo ocasional y lo absurdo. Una nueva gramática, de origen surrealista y patafísico alimenta esta estética y desempolva los huesos de lo serio. El sexo, como ha dicho Sarlo en su Prólogo, el sexo riente y jubiloso es el que se exhibe aquí sin pudor como el gran ornamento de la máquina. Girondo es un gran lector de Mallarmé y de su discípulo Marcel Duchamp.
 
Vio la eroticidad de la máquina, el orgasmo de su mecanismo y la lengua de su cuerpo que modeló emociones y construyó psiques, economías y cuerpos. Específicamente, Girondo, quiso darle un vuelco al realismo, a Güiraldes, al gauchismo; quizá planeó una estética cosmopolista y exultante, venerante de la máquina, el tranvía, el automóvil, la foto.

Un arte sin aura nace tanto para la foto, el cine y también para el libro, en la medida que admite una postal turística dentro de sus páginas. El que viaja en un transatlántico goza el instante o lo padece, pero ha renunciado a la profundidad. Los viajes de Girondo por Europa lo inundan del olor y sabor de un nuevo mundo Conoce a mucha gente y este saber parcial inunda su poesía: Apollinaire y los caligramas, la poesía visual, Rimbaud, Jarry, Pérec.

Pero nada permanece a nivel metafísico. De la cual huye así como de su pretendida profundidad. Su estética es negativa, en la medida en que demuele las contradicciones y los binarismos que han cimentado el pensamiento occidental. Al contrario, todo comparece con igual derecho a existir, lo bello y lo feo, lo sublime y lo abyecto.

Este poner de cabeza abajo los valores serios en los que se afirmó por siglos la filosofía y la ética occidental es el gran aporte de Girondo, su esfuerzo fue un deconstructivista prematuro al instalar una nueva gramática que no otorga una jerarquía, sino al contrario, la demuele: Así en «Sevillano»: 

«En el atrio: una reunión de ciegos auténticos, hasta con placa, una jauría de chicuelos que ladra por una perra», p. 37.

«La Gioconda es la única mujer viviente que sonríe como algunas mujeres después de muertas», p. 51.

«Trasladar al plano de la creación la fervorosa voluptuosidad con que durante nuestra infancia, rompimos a pedradas todos los faroles del vecindario», p. 51.

«He dicho que parece / yo no aseguro nada», p. 119.

«Tiro mis veinte poemas como una piedra, sonriendo ante la inutilidad de mi gesto».

Hay en «Río de Janeiro»: «caravanas de montañas que acampan en los alrededores» y «con sus caras pintarrajeadas los edificios saltan unos encima de otro» (cita de Olga Orozco: «entre la nada y el absoluto»).

En «Sevilla»: «hay perros que pasean con caderas de bailarín» y «tabernas que cantan con una voz de orangután». (en «Paisaje Bretón»).

Reconoce el fanatismo, la desmesura y el recogimiento del espíritu español, con humor e ironía como reconoció y evaluó todo. 

Su poesía configura un teatro de metáforas en que las palabras, privadas de sus contextos habituales cobran volumen y espesor. El blanco de la página comparece como otro significante más en el juego de este nuevo contradiccionario haciendo aparecer el goce del encuentro con sentidos inesperados y las nuevas connotaciones, en el juego de las aliteraciones y los oxímoron que complejizan este universo básicamente constituido por el lenguaje.

En Persuasión de los días, se advierte una crítica al modo de vida abusivo y destructivo, de los imperialismos. Ya se siente el ácido espíritu de las Guerras Mundiales y la destrucción de los países europeos. La guerra hace su entrada y el paisaje social y cultural se transforma. Así lo señala en su texto: «Hay que compadecerlos» (p. 114):

     No saben
     ¡Perdonadlos!
     No saben lo que han hecho,
     lo que hacen,
     porqué matan,
     porqué hieren las piedras,
     masacran los paisajes…
 
Este proceso que se caracteriza como un duelo porlo perdido, por el desastre motivado por la guerra genera una revolución poética en su poesía, particularmente en su texto En la Masmédula (1954-1963), texto que recupera la ironía y el humor propios del escritor y lo lleva a encontrar, en la fuga de los significantes, el gesto errático y desobediente que caracterizó el gran texto girondiano.


Agosto, 2023







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sábado, julio 20, 2024

«Nieve», de Tzu Lan

Versión de Juan Carlos Villavicencio




densa, silenciosa, cayendo a través del azul vacío 
nubes arremolinadas cantan y bailan dentro de la suave brisa,
mientras el ermitaño tararea un verso en alabanza a los lugares ocultos.
copos vagabundos se amontonan y manchan de negro su tintero.
















viernes, julio 19, 2024

«ADN», de Mazen Maarouf

Versión de Juan Carlos Villavicencio




Hay sólo una forma
de gritar:
recuerda que eres palestino.
Hay una forma de escudriñar tu rostro
en la ventana del bus mientas las palmeras y los porteros pasan
y rompen tu reflejo.
Una forma
de llegar a la capa de ozono
de manera ligera, como un globo de helio,
y una de llorar
porque eres un hijo de puta.
Una forma
de poner tus manos sobre los tetas de la que amas
y soñar
en cosas distantes:
un pequeño departamento en un suburbio de París, el Louvre,
montones y montones
de libros y demasiada soledad.
Hay una forma de morir:
provoca a los francotiradores
en las tempranas horas de la mañana.
Llamar puta a tu chica 
infiel. 
Fumar hierba en un ascensor, 
solo, a las once de la noche;
escribir en el baño un poema miserable.
Hay una forma 
de gritar en la alcantarilla
donde tu rostro vuelve a agitarse
en un charco tóxico
donde recuerdas, de alguna manera,
que definitivamente no eres nada 
sino
palestino.













jueves, julio 18, 2024

«Diagnóstico», de Sharon Olds

Traducción de Natalia Leiderman y Patricio Foglia




 
Cuando tenía seis meses, ella supo que algo
no andaba bien en mí. Yo hacía muecas
que ella no había visto en ningún otro chico
de la familia, nadie en toda la familia
o en el barrio. Mi madre me dejó
en las manos amables del pediatra, un doctor
de nombre parecido a una marca de neumáticos:
Hub Long. Mamá no le dijo
lo que pensaba de verdad, que yo estaba Poseída.
Eran nada más esas muecas extrañas 
–El doctor me agarró, y charló conmigo,
habló como se habla con un bebé, y mi madre
dijo, ¡Ahí lo está haciendo! ¡Mire!
¡Ahí lo está haciendo! y el doctor dijo,
Lo que su hija tiene
se llama sentido
del humor. Ahhh, contestó ella, y me llevó
de regreso a la casa donde mi sentido sería testeado
y considerada incurable.



en Una cosa secreta, 2008










Diagnosis

By the time I was six months, she knew something / was wrong with me. I got looks on my face / she had not seen on any child / in the family, or the extended family, / or the neighborhood. My mother took me in / to the pediatrician with the kind hands, / a doctor with a name like a suit size for a wheel: / Hug Long. My mom did not tell him / what she thought in truth, that I was Possessed. / It was just these strange looks on my face – / He held me, and conversed with me, / chatting as one does with a baby, and my mother / said, She´s doing it now! Look! / She's doing it now! and the doctor said, / What you daughter has / has called a sense / of humor. Ohhh, she said, and took me / back to the house where that sense would be tested / and found to be incurable.
















miércoles, julio 17, 2024

«La fiesta de Babette», de Karen Blixen

Versión de Juan Carlos Villavicencio





Inicio / I. Dos damas de Berlevaag

En Noruega, hay un fiordo (un brazo de mar largo y estrecho entre altas montañas) llamado Berlevaag. Al pie de las montañas, la pequeña ciudad de Berlevaag parece una ciudad de juguete hecha de pequeños trozos de madera pintados de gris, amarillo, rosa y muchos otros colores. 

Hace sesenta y cinco años, dos señoras mayores vivían en una de las casas amarillas. Otras mujeres de aquella época utilizaban polisones, y las dos hermanas podrían haberlos utilizado con tanta gracia como cualquiera de ellas, pues eran altas y esbeltas. Pero nunca tuvieron artículos de moda; habían vestido modestamente de gris o negro toda su vida. Sus nombres de pila eran Martine y Philippa, en honor a Martín Lutero y su amigo Philipp Melanchthon. Su padre había sido decano y profeta, fundador de algún grupo o secta eclesiástica devota, conocida y respetada en toda Noruega. Sus miembros renunciaron a los placeres de este mundo, porque la tierra y todo lo que contenía para ellos no constituía más que una especie de ilusión, y la verdadera realidad era la Nueva Jerusalén a la que aspiraban. Nunca juraban, su comunicación era de sí sí y no no y se trataban como hermano y hermana. 

El decano se había casado a una edad temprana y para entonces hacía tiempo que había muerto. Los discípulos decaían año tras año, al igual que el color de su cabello, su propio cabello, su oído; incluso se pusieron un poco llorosos y pendencieros, de modo que surgieron pequeños cismas en la congregación. Pero continuaron reuniéndose para leer e interpretar la Palabra. Todos conocían a las hijas del decano desde niñitas; para ellos, seguían siendo dos hermanitas, adoradas por su amado padre. En la casa amarilla sintieron que el espíritu del Maestro estaba entre ellos; ahí se sentían en casa y en paz. 

Estas dos damas tenían una sirvienta francesa muy hábil que sabía hacer de todo, Babette. 

Era algo extraño para un par de mujeres puritanas en un pequeño pueblo noruego; y todo indica que incluso se exigió una explicación. La gente de Berlevaag encontró la explicación en los sentimientos piadosos y la bondad de corazón de las hermanas. Porque las hijas del viejo decano dedicaban su tiempo y sus pequeños ingresos a obras de caridad; ninguna criatura infeliz o angustiada llamó en vano a su puerta. Y Babette había llegado a esa puerta doce años antes como una fugitiva sin amigos, casi loca de tristeza y miedo. 

Pero la verdadera razón de la presencia de Babette en la casa de las dos hermanas debía descubrirse indagando un poco más en el pasado y en los dominios del corazón humano.




en Anecdotes of Destiny, 1958 



















martes, julio 16, 2024

«El despertar», de Alejandra Pizarnik




 
a León Ostrov

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios
 
Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo
 
Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos
 
Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre
 
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.
 
Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada
 
Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue
 
¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?
 
¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?
 
El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual
 
Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde
 
Señor
Arroja los féretros de mi sangre
 
Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón
 
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos
 
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas
 
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo



en Las aventuras perdidas, 1958


















lunes, julio 15, 2024

«La trinchera», de Ghassan Zaqtan

Versión de Juan Carlos Villavicencio



 
Qué extraños los días de la sal
que son como soñar un sueño soñado por otro.
Y como actores muertos en una tragedia bien tramada
ellos se conmueven 
y empiezan a respirar como los recordamos.

Las colinas perdidas se hunden en el letargo;
las montañas destacan en el Oeste;
las caravanas errantes de la muerte vagan por la tierra día y noche
junto a la inquebrantable fe de los muertos. 

Las manos amenazan desde las tinieblas
con decirte todo;
la profunda hermandad no conduce a la sabiduría;
las palabras ya están fuera de lugar.

Extraños son los días de la sal –
ahora abandonados, arrojados al abismo,
despreciados como semillas podridas.

Y mientras nos arrastramos dentro de nosotros mismos,
porque eso es todo lo que podemos hacer,
los días se deslizan detrás nuestro,
perdidos y olvidados para siempre,
como nuestra propia piel oscura,
como nuestros vanos intentos por dormir.

Tenemos nombres y títulos
antiguos como la eternidad,
y nuestro dialecto nos traiciona.

Qué extraños los días de la sal.
Ni siquiera son dignos de ser recordados.














domingo, julio 14, 2024

«Desde Brooklyn la noche te margina», de Luis García Montero





     Desde Brooklyn la noche te margina. Abajo de tus pies se escinde la ciudad en dos inmensos muslos, y cada esquina espera que le llegue el orgasmo.

     Estás ausente.

     Pero todo discurre como si no tomaras los ojos de un viejo espiando el último reducto de los parques a oscuras.

     Acechas amantes, y te amanece el cuerpo (sonámbulo casi). Y es que acaso en este punto sepas lo que eres, y tus manos contemplen aquello que prohibiste de ti mismo.

     Tímidamente amigo de la muerte. ¡Aquel amanecer desde el Puente de Brooklyn!




en Y ahora ya eres dueño del Puente de Brooklyn, 1980









 

 

sábado, julio 13, 2024

«5 años», de Duo Duo

Traducción de Miguel Ángel Petrecca




Cinco copas de alcohol, cinco velas, cinco años
cuarenta y tres años de edad, una ráfaga de sudor a medianoche
las palmas de cincuenta manos golpean contra la mesa
una bandada de pájaros con las garras cerradas viene volando desde ayer

Cinco cohetes resuenan en el mes cinco, en cinco dedos el trueno retumba
pero en el mes cuatro cuatro hongos alimentándose
de la lengua de cuatro caballos muertos no mueren
en el día cinco cinco velas se apagan a las cinco y cinco
pero el paisaje vociferante del amanecer no muere
el pelo muere pero la lengua no muere
el temperamento recuperado de una carne bien cocida no muere
cincuenta años el mercurio infiltra el esperma pero el esperma no muere
el feto se da luz a sí mismo y no muere
cinco años pasan, cinco años no mueren
en cinco años, veinte generaciones de insectos mueren. 




en Un país mental. 150 poemas chinos contemporáneos
Gog y Magog, 2023















viernes, julio 12, 2024

«Cuando ya estemos muertos y enterrados», de Lydia Davis

Traducción de Eleonora González Capria






Cuando ya estemos muertos y enterrados,
quizás sea un consuelo
oír los golpes rápidos a la puerta
y la voz del otro lado diciendo:
«¡Lalimpieza!», 
por más que no podamos abrir la puerta.




en Esa gente que no conocemos, Eterna Cadencia, 2024