jueves, febrero 06, 2025

«El hombre de mi colina», de Joseph Cimpaye

Sin traductor conocido




Dentro de la administración de la época, un monstruo de dos cabezas, donde lo colonial se yuxtaponía a lo feudal al mismo tiempo que lo patrocinaba, el Kirongozi aparecía ante todos como un espantapájaros. Extraoficialmente, era el subjefe, pero la administración dirigida por los blancos no lo reconoció y, por lo tanto, no le pagó. Por consiguiente, quedó bajo la autoridad exclusiva del jefe adjunto, que lo nombró según criterios vagos, pero basándose principalmente en el afán del candidato de ofrecer pequeños y grandes obsequios. Por lo tanto, el Kirongozi siguió siendo esencialmente un cortesano del Subjefe con toda la libertad que esto implica. Pero, además, ejerció en nombre de su señor, el papel de ordenanza-policía-gerente, teniendo esta triple actividad como campo de aplicación una circunscripción muy específica: la subjefatura. Por supuesto, estaba fuera de lugar que el afortunado beneficiario de este subfeudo de tercera categoría reclamara alguna remuneración a su señor supremo. Por el contrario, se recomendó encarecidamente que los Kirongozi mantuvieran, si no intensificaran, el ritmo de las ofrendas para mantener sus funciones. Lo que también quedó implícito fue la libertad dada a Kirongozi para encontrar alguna compensación por la negligencia en materia de remuneración de la que fue víctima por parte de las dos administraciones. Se salió con la suya exprimiendo lo mejor que pudo a los contribuyentes de la subjefatura, una táctica incómoda dada la naturaleza heterogénea de la masa de ciudadanos. A partir de entonces, para conseguir rentabilizar su profesión, Kirongozi tuvo que adoptar una actitud camaleónica, a veces humillante, amable o cobarde, a veces molesta, según los casos. Todas estas facetas componen finalmente el retrato de un personaje monstruoso, unánimemente odiado. 




1970











miércoles, febrero 05, 2025

«A propósito de la muerte de Anne Brontë», de Charlotte Brontë

Traducción de Juan Carlos Villavicencio dedicada a nuestra querida Lore que hoy se nos fue



Poca alegría queda en la vida para mí,
      y poco terror siento por la tumba;
he vivido la hora de la despedida hasta ver
      a alguien por quien moriría si la pudiera salvar.

Mirar con calma el aliento que se apaga,
      deseando que cada suspiro sea el último;
anhelando ver la sombra de la muerte
      arrojada sobre esos queridos rasgos.

La nube, el silencio que debe separar
      de mí al ser más querido de mi vida;
y luego agradecer a Dios de todo corazón,
      agradecerle con fervor y de manera adecuada;

por más que yo supiera que habíamos perdido
      la esperanza y la gloria de nuestra vida;
y ahora, carente de toda luz, azotada por la tempestad,
      debo soportar sola la extenuante lucha.



1849














On the Death of Anne Brontë

There's little joy in life for me, / And little terror in the grave; / I 've lived the parting hour to see / Of one I would have died to save. // Calmly to watch the failing breath, / Wishing each sigh might be the last; / Longing to see the shade of death / O'er those beloved features cast. // The cloud, the stillness that must part / The darling of my life from me; / And then to thank God from my heart, / To thank Him well and fervently; // Although I knew that we had lost / The hope and glory of our life; / And now, benighted, tempest-tossed, / Must bear alone the weary strife.









martes, febrero 04, 2025

«Oh dios, ahora lo sé», de Kamal Nasser

Versión de Juan Carlos Villavicencio




Oh Dios, ¿por qué me has inspirado? ¿Para regocijarme y sufrir?
¿Por qué bautizaste mi vista? ¿Para reír y llorar?
¿Por qué me inundaste de ambición?
¿Para enaltecerme y humillarme?
¿Por qué?

Desearía no tener corazón, ni alma, vivir sin rumbo fijo, observando 
            mi vida desde lejos. Acercarme con un nuevo corazón 
            a la eternidad, con un alma nueva que confirme mi viaje, 
            refrene mis pasiones y me crucifique en el vacío.

Oh Dios, ¿por qué me has tentado, despertado y exacerbado mis pasiones, 
            y me has infundido lo sublime?

¿Por qué me has purificado y despertado?
¿Por qué me coronaste de esperanza, me hiciste imprudente y hundiste 
            en la codicia? ¿Por qué?

Cuánto anhelo el silencio, la quietud
Estoy perdido, cuestionándome
¿Quién soy?
Adormecido mi corazón, sin vida, y ciegas mis visiones 
voy a la deriva con la oscuridad del inútil y desesperado.

Oh Dios, ¿por qué me alimentas, me matas de hambre y la apaciguas?
¿Por qué me privas, profanas y purificas?
¿Por qué frustras mi determinación?
Me iluminas y luego me guías a un mal camino
¿Por qué?

Entre los hombres soy libre y esclavo a la vez 
Soy tumba y cuna en manos del destino
Miserable sin lo que necesito
Nacido de la realidad
Nacido de las cadenas
Guiado por las heridas, por los años
¿Quién soy?
Y la vida le grita a Dios
avergonzándolo en Su propio cielo
con sus labios gritando:
Tú me has dado vida – me has creado.
Y le pregunto al vacío
¿Oh Dios, por qué me creaste?

Rugen dentro de mí la tormenta de la vida
Cada sendero está inundado de sangre
Nuestros días tiemblan de dolor y desamparo y la belleza se aparta 
            de mi visión del paraíso
Veo mi patria crucificada en el desierto.

Heridas la esperanza y la dignidad
cuando despierto, aumentan las carencias, soy sacudido y librado 
            desde las profundidades de la oscuridad.
Me guían hacia la bondad, la devoción, el autosacrificio y la generosidad.
Mis ojos han sido abiertos – encuentro el camino
Los furiosos conflictos descansa en mi corazón
Las heridas son purificadas por mis lágrimas
Y en mis ojos Te levantas, oh Dios,
ya que ahora sé por qué me has creado.


















lunes, febrero 03, 2025

«Formas de la ausencia», de Washington Delgado

Un poema




Tibios azogues goteaban sobre el alba
mientras yo te negaba. Mientras yo te negaba
equivocando sueños, iluminada muerte
caía de tus párpados.
No te vi. No te vieron los ojos
del amor que perdías.
Qué espejos construidos bajo la noche estricta
han velado tus gestos de papel y de pluma,
qué noche levantada paralela a mis ojos
te cubre de cenizas.
No hay nada sino un árbol y su sombra encendida.
No hay nada sino un río encadenado al sueño.
Hay de pronto la herencia de ese país secreto
que en tus ojos yacía y que tarde conozco.

Tarde conozco todo lo que huía contigo.




1955












domingo, febrero 02, 2025

«Mon Laferte y la política del espectáculo en la crisis de políticas públicas en cultura», de Samuel Toro




 
Florence Foster Jenkins ocupa un lugar singular en la historia de la cultura musical a comienzos del siglo XX en Nueva York, no por su destreza vocal, sino por el paradójico fenómeno de su celebridad. Jenkins, cuyas interpretaciones líricas desbordaban desafinación, logró agotar entradas en los teatros más prestigiosos y convertirse en un ícono del espectáculo. La pregunta que emerge es ¿cómo pudo alguien tan objetivamente deficiente en su disciplina convertirse en una figura tan reverenciada? La respuesta radica en el papel de la audiencia, que, lejos de ser un jurado crítico, se transformó en un espejo deformante que refrendaba la ilusoria autopercepción de Jenkins como una gran soprano. Este fenómeno nos invita a reflexionar sobre el peso de la espectacularidad en la construcción del valor artístico.

En este sentido, la teoría de la «sociedad del espectáculo» de Debord resulta particularmente iluminadora. Este argumentó que en una sociedad regida por el capitalismo tardío, la realidad queda subordinada a su representación mediática, y el espectáculo reemplaza al contenido como motor central de la cultura. Jenkins, como símbolo, encarnó este desplazamiento: la calidad de su voz era irrelevante frente al fenómeno mediático que había construido. La audiencia, más que valorar su música, se entregaba al goce del evento mismo, celebrando el desatino como una forma de entretenimiento.

Al trasladar esta reflexión al presente, resulta inevitable establecer un paralelismo con el caso de Mon Laferte. Reconocida internacionalmente por su talento musical, Laferte ha incursionado en las artes visuales con un éxito que, si bien es indiscutible en términos de atención pública y mediática, plantea serios problemas desde una perspectiva crítico/artística. Es evidente que cualquiera puede exponer lo que se le antoje donde se le acepte y cobrar por ello; en el caso particular de una galería privada como Bahía Utópica en Valparaíso (donde expuso hace unos años), no se puede cuestionar los intereses estratégicos mediáticos de la sala, pues se dedica a la comercialización. Sin embargo, cuando se trata de financiamiento público –y mediatización propagandística gubernamental–, el asunto toma otros ribetes, donde lo grave es, precisamente, que es esa carencia (falta de estudio o experiencia) la que pasa desapercibida en el contexto de una sociedad que ha aprendido a confundir la «espectacularidad con el valor». Como Jenkins, Laferte parece haberse convertido en una protagonista de su propio espectáculo, La celebración acrítica de su obra plástica, amplificada por su fama previa como música, se convierte en una representación perfecta del mecanismo descrito por Debord. Las audiencias, conducidas por el peso mediático de su figura, aplauden sin cuestionar la sustancia de lo que «tienen frente a sus ojos». Esto no solo refuerza una falsa percepción de talento por parte de la propia artista, sino que también evidencia la erosión de la crítica como herramienta para distinguir entre el fenómeno y el contenido.

Lo escrito hasta ahora plantea una cuestión de fondo: ¿es la espectacularidad un criterio válido para juzgar el arte? Si seguimos la lógica de Debord, la respuesta es preocupante. En la sociedad del espectáculo, el contenido pierde importancia frente a su representación, y el arte, como cualquier otro producto cultural, queda reducido a un elemento más del engranaje mediático. El caso de Laferte, como el de Jenkins, no es solo un fenómeno aislado, sino un síntoma de un problema más amplio: la incapacidad de la cultura contemporánea para distinguir entre el «valor y lo espectacular» (cuestión no simple de fondo).  

Esta problemática no ocurre en el vacío; encuentra su reflejo en la gestión cultural del país. Es alarmante observar cómo el Ministerio de las Culturas, en lugar de promover debates profundos sobre el fortalecimiento del arte y la cultura, parece más interesado en asistir a espectáculos que refuerzan su presencia mediática, pero no su impacto sustancial. La ministra, con una agenda plagada de apariciones públicas en eventos de gran visibilidad, ha evitado consistentemente involucrarse en discusiones complejas sobre políticas culturales de largo plazo. 

La aprobación del Presupuesto 2025 para el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio en Chile ha generado un debate significativo sobre las prioridades culturales del Gobierno. Aunque se anunció un incremento del 46 % en el presupuesto de esta cartera, pasando de $ 330 mil millones a más de $ 481 mil millones, es esencial analizar la composición real de este aumento. Según el Observatorio de Políticas Culturales (OPC), aproximadamente $ 47.724 millones de este incremento corresponden a programas preexistentes en otros ministerios que ahora se contabilizan bajo el alero del Ministerio de las Culturas. Por lo tanto, el crecimiento real del presupuesto sería cercano al 25 %, elevando la participación del sector cultural en el gasto público del 0,4 % al 0,5 %, aún muy distante del 1 % comprometido en el programa de gobierno de Boric.

En este contexto, la figura de la cantante Laferte ha sido destacada por el Gobierno como un símbolo del arte comprometido, estableciendo comparaciones con la icónica Violeta Parra. Sin embargo, esta estrategia ha sido objeto de críticas, ya que podría interpretarse como un intento de capitalizar políticamente la popularidad de la artista sin abordar de manera efectiva las necesidades estructurales del sector cultural.

La crítica de Adorno y Horkheimer sobre la industria cultural resulta pertinente en este escenario. Según estos pensadores, la cultura, cuando es instrumentalizada, puede convertirse en una herramienta de distracción que desvía la atención de problemáticas más profundas. En Chile, mientras se promueven espectáculos y eventos de alto perfil, numerosos artistas enfrentan la ya conocida precarización (material y simbólica) de su medio. Esta situación evidencia una desconexión entre la «promoción cultural superficial» y las urgentes necesidades del sector artístico. Estas posturas (para nada nuevas en la política tradicional) ponen de manifiesto la tensión entre las distintas visiones sobre el rol de la cultura en el desarrollo nacional.

La estrategia gubernamental de enaltecer figuras artísticas como Laferte, estableciendo paralelismos con referentes históricos como Violeta Parra, podría interpretarse como un intento de proyectar un compromiso con el arte y la cultura, pero la falta de un debate profundo sobre el fortalecimiento artístico y cultural del país refleja una gestión que prioriza la apariencia sobre la sustancia. Para avanzar hacia una política cultural más efectiva es imperativo, coyunturalmente al menos, que el Gobierno cumpla con sus compromisos (por ejemplo, en la elección de prioridades, proyectos culturales PAOCC no concursables aún no tienen respuesta a sus financiamientos al término de un mes de inicio del año) y promueva un diálogo inclusivo que integre problemáticas del ámbito cultural, lo cual, lamentablemente -en lo que concierne a la política tradicional y a las instituciones burguesas (públicas y privadas)-, la cultura no tiene una real planificación cualitativa en tiempos indudablemente convulsos que requieren una urgencia estética/crítica para abordar muchas otras disciplinas, las que también han sido educadas de la misma manera en que se presenta un evento «gimnástico» en su espectacularidad política: como «armas» de distracción masiva de celebraciones acríticas. Lo peor es que, creo, ni siquiera conocen la real magnitud de lo estético/contemporáneo en sus propias vidas. La consecuencia: distracción en sus distintos niveles en los que no solo «el rey desnudo» se encuentra sin prendas, sino toda la audiencia, incluido el niño que podría verlo desnudo.



en El Mostrador, 29 de enero, 2025

















sábado, febrero 01, 2025

«Un viejo monje», de Pao T'an

Versión de Juan Carlos Villavicencio



Por sus sienes
cae nevado su cabello.
No habla con los visitantes.

Con la túnica remendada
y abrazada con fuerza, ahí sentado
acaba el día. ¿Cuántas pocas primaveras
conoce una vida 
que flota? Se sube a una pasarela,
evoca sueños de Yüeh;
empuña su bastón,
recuerda las divagaciones de Ch'in.

Medianoche,
se cierran los pasillos congelados.
Suena una campanada:
la oye
por todas partes.
















viernes, enero 31, 2025

Carta de Franz Kafka a Max Brod



 
22 VII 1912

Mi muy querido Max, ¿jugamos una vez más al juego de los niños infelices? Uno señala al otro y recita su antiguo verso. Tu opinión actual sobre ti mismo es un capricho filosófico, mi mala opinión sobre mí mismo no es una mala opinión trivial. En esta opinión quizá se halle mi única virtud, después de haberla delimitado adecuadamente en el transcurso de mi vida, es aquello en lo que jamás, jamás he tenido que dudar, me da un orden para mí mismo y me tranquiliza suficientemente, a mí, que me rindo de inmediato ante la falta de claridad. Estamos suficientemente cerca uno de otro como para poder ver los entresijos en la argumentación de la opinión del otro. Yo incluso he llegado a detalles y ellos me han alegrado más de lo que tú aprobarías -¿de qué otro modo podría seguir sosteniendo la pluma en mano? Nunca he sido de aquellos que sacan adelante alguna cosa a cualquier precio. Pero precisamente de eso se trata. Lo que he escrito fue hecho en un baño tibio, no he vivido el infierno eterno de los verdaderos escritores, a excepción de unos pocos arrebatos que puedo ignorar en mi juicio, a pesar de su fuerza quizá infinita, debido a su escasa frecuencia y a la debilidad con que se manifestaron. También aquí escribo, muy poco desde luego, me lamento de mí mismo y también me alegro; éste es el modo en que las mujeres piadosas rezan a Dios, pero en las historias bíblicas se deberá pasar mucho tiempo antes de que pueda mostrar lo que ahora te escribo a ti, y aunque sólo sea por mí. Está elaborado sobre la base de pequeñas piezas más bien alineadas que entrelazadas; durante mucho tiempo seguirá por un camino recto, antes de llegar a formar el círculo deseado, y en aquel instante, en función del cual trabajo, las cosas no resultarán en absoluto más fáciles, mucho más probable es que, habiendo sido inseguro, pierda la cabeza. Por esto, será algo de lo que se podrá hablar solamente cuando concluya la primera versión.

¿No hiciste mecanografiar el Arche? ¡Esto sí que lo ha golpeado! Y yo no le escribo y no le escribo. Por favor, diles a la Srta. T. y a Weltsch y, si es posible, a los Baum que los quiero a todos y que el cariño no tiene nada que ver con escribir cartas. Dile de tal forma que sea acogido mejor y más amablemente que tres cartas reales. Si quieres, puedes hacerlo. En nuestra historia común me ha alegrado únicamente, aparte de algunos detalles, el estar sentado junto a ti los domingos (haciendo excepción, desde luego, de los ataques de desesperación) y esta alegría me seduciría de inmediato a continuar el trabajo. Pero tú tienes cosas más importantes que hacer, aunque sólo fuera el Ulises.

Carezco de todo talento organizativo y por eso ni siquiera soy capaz de inventar un título para el anuario. Pero no olvides que en la invención los títulos mediocres o incluso malos alcanzan un buen prestigio por influencias probablemente caprichosas de la realidad. ¡No digas nada contra la sociabilidad! También vine aquí por la gente y estoy satisfecho de que al menos en esto no me haya equivocado. ¡Cómo vivo en Praga! Esta necesidad que tengo de la gente y que se transforma en temor tan pronto se satisface, sólo está a gusto durante las vacaciones; sin duda que he cambiado un poco. Por otra parte, no leíste con atención mi horario, hasta las 8 escribo poco, pero después de las 8 nada, aunque es cuando más libre me siento. Escribiría más sobre esto si no hubiera pasado todo el día tan tontamente con juegos de balón y de naipes y sentado y recostado en el prado. ¡No hago excursiones! El mayor peligro es que ni siquiera veré el fragmento. ¡Si supieras cómo transcurre este corto tiempo! ¡Si fluyera con tanta claridad como el agua, pero se escurre como el aceite!

El sábado por la tarde me iré de aquí (pero hasta entonces me gustaría mucho recibir una tarjeta tuya), me quedaré el domingo en Dresde y llegaré por la noche a Praga. No iré por Weimar únicamente por una debilidad que vislumbro a distancia. Recibí una pequeña carta suya con saludos de propia mano de la madre y tres fotografías. En las tres se la ve en distintas posiciones, en relación con las fotografías anteriores son incomparablemente nítidas y ¡es bella! Y yo iré a Dresde fingiendo obligación y visitaré el jardín zoológico ¡que es donde debiera estar!



Franz













jueves, enero 30, 2025

«A la puta que se llevó mis poemas», de Charles Bukowski

Traducción de Umberto Cobo




Algunos dicen que debemos eliminar del poema
los remordimientos personales,
permanecer abstractos, hay cierta razón en esto, pero
¡POR DIOS!
¡Doce poemas perdidos y no tengo copias!
¡Y también te llevaste mis cuadros, los mejores!
¡Es intolerable!
¿Tratas de joderme como a los demás?
¿Por qué no te llevaste mejor mi dinero?
Usualmente lo sacan de los dormitorios y de los pantalones
borrachos y enfermos
en el rincón.
La próxima vez llévate mi brazo izquierdo o un billete de 50,
pero no mis poemas.
No soy Shakespeare
pero puede ser que algún día ya no escriba más,
abstractos o de los otros.
Siempre habrá dinero y putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como dijo Dios,
cruzándose de piernas:
veo que he creado muchos poetas pero no mucha poesía.












 

miércoles, enero 29, 2025

«Te concedo refugio», de Heba Abu Nada

Versión de Brianda Pineda Melgarejo



1

Yo te concedo refugio
en la invocación y el rezo.
Bendigo el barrio y el minarete
para que protejan a la gente
del misil

desde el momento
en que lo ordena un general
hasta que pasa a ser
una incursión.

Les concedo refugio a ti y a los pequeños,
aquellos niños que
con sus sonrisas
cambian el rumbo del misil
antes de que aterrice.



2

Les concedo refugio a ti y a los pequeños,
los pequeños que ahora duermen como pollitos en su nido.

No se dirigen en sueños hacia los sueños.
Saben que la muerte ronda fuera de casa.

Las lágrimas de sus madres son ahora palomas
que los siguen, que se arrastran detrás
de cada ataúd.



3

Yo concedo refugio al padre
al padre de los pequeños que sostiene la casa en pie
después del bombardeo.
En el momento de la muerte implora:
«Ten piedad. Déjame vivir un poco más.
Por ellos aprendí a amar mi vida.
Concédeles una muerte
tan bella como ellos».



4

Yo te concedo refugio
ante el dolor y la muerte,
refugio en la gloria de nuestro asedio,
aquí, en el vientre de la ballena.

Nuestras calles glorifican a Dios con cada bomba.
Rezan por las mezquitas y las casas.
Y cada vez que el bombardeo comienza en el Norte,
nuestras súplicas se elevan en el Sur.




5

Yo te concedo refugio
ante el dolor y el sufrimiento.

Con palabras de las sagradas escrituras
protejo a las naranjas del aguijón del fósforo
y a las sombras de las nubes del smog.

Yo te concedo el refugio de saber
que el polvo se disipará y que aquellos
que se amaron y murieron juntos
van a reír un día.












martes, enero 28, 2025

«Uno dice soy artista, y lo es. El título es automático». Entrevista a Juan Castillo, de María José Rojas



(1952-2025)

Juan Castillo es uno de esos artistas que trabajan incansablemente. Dice no conocer otra forma de vida y que desde niño supo que esto era lo que quería hacer. Habla de las imágenes como fuerzas que se le imponen y que se transforman en ideas recurrentes que van modelando sus trabajos en el tiempo. Estos trabajos los ve como obras abiertas, no sólo porque son ideas que le permiten trabajar bajo el mismo título varias formas y contextos distintos, sino porque están abiertas al espectador. De esta forma, Castillo plantea su relación con su público, que muchas veces es el mismo sujeto de su obra, como una relación de colaboración, admiración y comunicación.

Su actual muestra Huacherías, en Galería Panam, constituye la segunda entrega de la serie del mismo nombre, cuyo antecedente fue expuesto en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile durante el 2015. En esta ocasión, Castillo expone obra en video, objetos y dibujos, además de una experiencia que incluye video-entrevistas de inmigrantes residentes del Barrio Brasil. Los distintos objetos que conforman esta exposición se conciben como estaciones de un recorrido que recoge materialidades base de dos lugares donde fueron realizados, en Bolivia, La Paz, y en Svedje, Suecia. Estos materiales base se relacionan con reflexiones y objetos de diferentes partes del planeta constituyéndose en una metáfora del intercambio cultural y las migraciones. Se incluye, además, una serie nueva e inédita de dibujos en grafito y pigmento de té sobre papel. Cada una de las obras que conforman este sistema de estaciones cargan con el lenguaje originario de su tribu y al relacionarlos invitan al público a generar nuevas e individuales lecturas.

Lo entrevistamos a propósito de esta muestra, que estará abierta en Panam (Guardamarina Ernesto Riquelme 586, Santiago) hasta el 23 de abril [2016].

Juan, ¿cómo te definirías como artista?
Creo que cada artista inventa o modela sus estrategias para autodenominarse artista; en mi caso es la obsesión por imágenes que se me van imponiendo desde siempre y que son el motor de partida para establecer una serie de relaciones e ideas-fuerzas que generan a su vez una serie de emociones-ideas y objetos que van construyendo este eterno trabajo que llamamos la obra.

Puede ser cualquier imagen, algunas vuelven después de mucho tiempo. Por ejemplo, yo empecé a trabajar con video en relación al aparato de TV que se instaló en el living de mi casa a mediados de los 60. Ese era un objeto que se llenaba de cosas: de mantelitos, de figuritas. Era en sí un objeto instalativo y después, esa manera de ver televisión no es como ver cine, se parece a la relación del público con los videos en las galerías y museos, donde entras, miras y te vas… vuelves, miras… Esa es una imagen que me quedó grabada de la niñez y regresa muchos años después cuando empiezo a trabajar con video y me doy cuenta que son esas imágenes las que impulsan mi forma de trabajar. Por eso hablo de una eterna obra abierta y bajo una misma idea-fuerza he desarrollado trabajos muy distintos, que según mi sentir, conforman una constelación de relaciones. Muchas veces pasa el tiempo y lo retomo. Con Te devuelvo tu imagen pasó eso, trabajé entre el 79 al 82, retomé el 97 y hace poco volví a trabajar en ese proyecto.


Hay imágenes que retornan porque se te pegan en la retina, pero no todo queda, ¿no? Por eso tu las llamas obsesiones…
Si, pero quisiera recalcar que no sólo trabaja la retina, sino también el cuerpo entero: quedan olores, sensaciones, sensación de espacio…

Sí, y en tu caso eso pareciera que tiene que ver con dos ejes: uno, aquello que tiene que ver con las raíces, que te recuerda tu infancia y que define cierta pertenencia, y por otra parte, la observación de los detalles de las casas, los objetos de la vida cotidiana y contexto popular; lo que describes: encima de la tele… había mantelitos y figuritas… Esa es una forma que tiene cada persona de definir su propio espacio…
Creo que hay gente que venimos con una determinada predisposición a observar ese tipo de cosas. Y eso pasa a ser materia prima para la escritura, el arte o la ciencia. Depende de tus genes…

A mí lo que me llama la atención es que a pesar de esa observación no hay una categorización, no hay un desarrollo analítico de eso, sino es simplemente la vivencia, como un arqueólogo que excava y dispone los objetos encontrados, sin hacer un escrito teórico acerca de la significancia del hallazgo.
Tengo una relación extraña con la teoría, tengo amigos teóricos que me fascinan, pero en general son gente que está jugando con sus ideas. Están tratando de imponer una forma de ver, y en general, a lo que se llama la crítica de arte, los encuentro lateros, tanto como los discursos de artistas. Uno ve eso con el paso del tiempo. En un momento si tú no hablabas del postmodernismo estabas fuera de onda y resulta que ahora a nadie se le ocurre hablar de eso. Te das cuenta que son cosas que tocan la superficialidad de la realidad y no son cosas que aporten sustancialmente a la realidad.

Es como subirse a una ola del pensamiento común, pero no hablar desde tu subjetividad, desde tu propia mirada…
Claro. Me gusta esa imagen que mencionaste del arqueólogo que va sacando objetos y va haciendo relaciones. Pero al exponerlos fuera del suelo, quedan ubicados de tal manera que da la libertad de que cada uno haga sus relaciones, su lectura. Eso debería pasar en las exposiciones. Es pretencioso, falso y tonto cuando un artista dice: «El mensaje que yo quiero transmitir es…». Es el espectador quien hace las relaciones, uno lo que más puede hacer, cuando realmente te iluminas, es crear visualidades que le abran a las personas muchísimas más posibilidades de lectura.

Bueno, uno comprueba eso cuando se le pregunta al público qué es lo que les pasa frente a cierta obra. Las respuestas van a ser muy diversas y sobre todo distintas al propósito teórico original del artista. Las interpretaciones se disparan para lugares distintos, entonces no tiene sentido hacer arte así, con la expectativa de transmitir un mensaje…
Todo el mundo sabe que la obra de arte la completa el espectador. Además, hay una cosa que es radical: si hay algo importante, de verdad profundo, que haya pasado desde el Renacimiento hasta acá, es que entonces se instala el objeto y el artista como consecuencia del objeto de arte, pero actualmente el objeto ha sido desplazado como centro de gravedad de la experiencia artística y ahora es la mirada la que importa. Al final, es el que mira quien le da sentido y completa el trabajo.

¿Por qué crees que decides ser artista y desde cuándo tienes la certeza de que eso es lo que quieres hacer?
Yo provengo del norte de Chile, me crié en Pedro de Valdivia, una oficina salitrera, y desde niño tengo una fascinación por las imágenes y los libros. Además, está la influencia de mi abuelo favorito, don Luis, que pintaba, realizaba fotografías e inventaba curiosas maneras para sobrevivir. Todo esto se sumó para construir esta certeza de ser artista, desde siempre. Esa creencia, más ímpetu que otra cosa, dio un vuelco tremendo cuando trabajé con el director de teatro Alexander Manlay, invitado a Chile y que por raras circunstancias terminó trabajando con él a los 15 años, realizando escenografías para obras de Chejov y el mundo intelectual antofagastino en esa época: Guillermo Deisler, Juan León, Pedro de la Barra, Guillermo Ross Murray, Rene Dávila, etc. Ahí entendí lo que era esta forma de relacionarse con el mundo que llamamos arte, ahí tomé esa ética con la que todavía me relaciono con las ideas-fuerzas que alimentan mi trabajo. Todo esto maduró y terminó mi formación según mi punto de vista con los dos años que pase en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso.

¿Después de eso, cómo sigue tu carrera artística, como nace tu participación en el CADA?
Durante la dictadura trabajé en agencias de publicidad al principio y después como freelance para ganarme los billetes. En  paralelo realizaba mi trabajo artístico. En esa época fue importante la experiencia de obra colectiva con Eduardo Vilches y otros artistas jóvenes de la época. De las diferentes muestras rescato los trabajos realizados con Lotty Rosenfeld: en la galería Espacio Siglo XX, en Santiago, en el Claustro San Francisco, en la muestra por los derechos humanos donde creamos una obra en tensión con una intervención en el Parque Forestal, y el 79 en la muestra realizada en el Instituto Goethe, donde además conocimos a Raúl Zurita y Diamela Eltit, formando el CADA inmediatamente. El 79 es la primera vez que trabajo con la obra Te devuelvo tu imagen, idea-fuerza con la que sigo trabajando esporádicamente. En ese momento hice una intervención de vitrinas del centro comercial de Santiago, junto a una ocupación realizada en la Galería Imagen. Por otro lado, con Lotty veníamos desarrollando una investigación visual por nuestro lado, en tensión con lo que pasaba en Chile y su relación con el territorio del arte. En el momento en que nos conocemos con Raúl y Diamela nuestros intereses y afinidades calzaban perfectamente. Eso facilitó y le dio la fuerza al grupo, nos interesaba el tema interdisciplinario pero sentimos la necesidad de ampliarlo a alguien que proviniera de las ciencias sociales y justo había llegado Fernando Balcells de París y se incorpora al colectivo. El título del primer trabajo creo que es elocuente: Para no morir de hambre en el arte. Nos preocupaba hacer arte desde el lugar en que vivíamos, y ese lugar, en el Chile de la dictadura, era el hambre, definitivamente. Trabajamos juntos por un buen tiempo y así los trabajos, según mi punto de vista, fueron creando un cuerpo y articulándose unos con otros; trabajos que crearon una fuerte polémica en la época. Cuando realizábamos algo venía mucha gente y teníamos nuestros amigos que dialogaban, pero había en general una gran resistencia del medio artístico y teórico a lo que desarrollábamos.

¿Cómo se desarrolla tu trabajo después del CADA, cuando el contexto ha cambiado y ya no existen las mismas necesidades a las que respondía el colectivo?
Desde fines de los 70 y principios de los 80, documento acciones en diferentes partes de Chile para después ampliar estas fotografías y multiplicarlas con serigrafía e intervenir diferentes sitios eriazos. Posteriormente, sigo usando la fotografía, el video y he recurrido frecuentemente a elementos de la pintura para estructurar las ocupaciones de espacio que realizo en diferentes lugares, casas, fabricas, galerías, museos, casi siempre en tensión a una intervención realizada en un espacio público. Aquí yo veo muy claro el arrastre de ideas del CADA que me parecen muy bien, pero también de Amereida y las travesías de la U. Católica de Valparaíso. Quizás el centro de gravedad de estas acciones más que los espacios sean los discursos de sus habitantes, lo que es fundamental en mi vida: la lengua, el habla y la poesía.

Me mencionabas el uso del televisor, o el video, como algo importante en tu trabajo y que se relaciona con tu biografía. ¿Cuáles otros hitos personales o imágenes sientes que cumplen este mismo rol en tu obra?
Mmm… las animitas han sido otra cosa súper importante en todo mi trabajo y siempre lo he revindicado. El año 81 hice intervenciones en las animitas desde Santiago a Taltal. Me fascinan, porque creo que son el pop Latinoamericano, pop antes del pop, donde se reciclan objetos; por ejemplo, una botella de Coca Cola pasa a ser una flor… y además son objetos en permanente construcción… tienen el sentido de obra abierta.

También hay una recurrencia a un tipo de materiales en tu obra, ¿no? Son materiales elementales, materias primas… con un toque un poco beuyciano…
Sí, y después también materiales que están cargados históricamente, por ejemplo los gobelinos. Ahí nuevamente aparece una imagen de infancia. En Pedro de Valdivia, la salitrera, lo que más me fascinaba que había en la casa era un gobelino inmenso con unos cisnes y un bosque. Eso en el desierto de Atacama era raro, en mi vida había visto cisnes y menos un bosque. Era la imagen de otro plantea, y de hecho, en la muestra en Panam hay tres gobelinos. Esos gobelinos son rascas, o sea, muchos de ellos están basados en obras de arte de museos y eran reproducidos para las masas. Esa es otra cosa que me gusta… son objetos que han recorrido el mundo adornando el hábitat de la gente. Como el proyecto que hice con una comunidad en Estocolmo donde les pedí un objeto preciado para ellos para exponerlo en el museo y a cambio les daba una obra mía para que expusieran en su living. Uno exhibe sus valores y sus tesoros en el living, es el espacio público de la casa.

¿Cómo se relaciona ese ejercicio con la idea fuerza de Te devuelvo tu imagen, una de tus obras en continuo desarrollo?
Te devuelvo tu imagen tiene muchas connotaciones; es la mirada la que hace la obra. Cuando presento algo le estoy devolviendo al público la imagen que ellos tienen, son ellos los que miran y ellos proyectan cosas sobre esa imagen. Además, son proyecciones momentáneas, porque cuando leo un libro, lo entiendo de cierta forma, pero si lo leo cinco años después la lectura cambia.


En términos del trabajo con los rostros que estás haciendo, ¿también podría entenderse como una lectura postcolonial? ¿Te devuelvo la imagen que ha sido relatada y retratada por un otro dominante?
En ese caso no sé mucho, pero para mí el rostro es algo fascinante. Estoy haciendo un proyecto con muchos retratos de rostros en fotografía y que tiene un nombre que he utilizado antes: El rostro es el paisaje. Cada rostro es un paisaje, es una geografía, en cada rostro ves las influencias, todas las mezclas de historia que llegan a conformar esa imagen que es única. Con las comidas nos pasa lo mismo; la cazuela chilena viene de los españoles, de los árabes y de cuanto más hay… es una historia infinita.

En términos personales, me hizo mucho sentido, la primera vez que vi Te devuelvo tu imagen, la lectura que tiene que ver con los pueblos indígenas y la creencia que al fotografiarlos se les roba el alma. Es como que la obra les devolviera su imagen, o su retrato, y les diera de nuevo la capacidad de retratarse como son…
Me interesa que se hagan ese tipo de lecturas. ¿Sabes qué pasó la primera vez que hice una muestra en la Gabriela Mistral llamada Te devuelvo tu imagen, donde estaban escrito muchos nombres en el piso de la galería? Llegó una delegación de las mujeres de la Agrupación de Detenidos Desaparecidos con ramos de flores a felicitarme por la muestra. Les dije: «Me encanta la lectura que ustedes han hecho, pero la verdad es que los nombres escritos en el piso están sacados de la guía telefónica. Igual, la lectura que ustedes han hecho es correcta». Es increíble como se despiertan lecturas.

¿Qué cosas de ser artista te hacen feliz? ¿Cuál es tu mayor satisfacción en tu vida artística?
En primer lugar, no conozco otra vida y en esta vida he sido feliz y triste, de todo. Parece que con los años hay una mayor tendencia a la felicidad, soy más feliz que antes. Muchas veces me han preguntado qué se hace para ser artista y yo respondo: «¡Es la operación más simple del mundo!».  Uno se dice: «Soy artista», y lo es. Después hay que empezar a trabajar como artista, eso es un detalle, pero el título es automático. Siempre lo sentí así, nunca tuve referencia de otro tipo de vida que esta. En todo caso, me encanta.

¿Cómo es tu proceso de trabajo, como empiezas y terminas un proyecto?
No tengo un proceso fijo. A veces me ha resultado dibujar de una manera y después hacer el video, de esta forma y cuando trato de repetir mecánicas no resulta para nada, entonces eso ya lo aprendí. Estoy abierto. Como dice una frase cursi: «La obra te va diciendo por dónde hay que ir». Sólo hay que estar atento a escuchar como se va desarrollando este proceso en específico y no meterle ideas preconcebidas. Como verás, muy budista.

¡Totalmente! En el fondo requiere que estés en un ánimo sutil…
De percepción, de vivir ese presente. En la serie de dibujos que te mostré terminados el proceso material de hacerlos es muy rápido pero el problema es llegar a la solución. Los hice en un mes de trabajo, más o menos, pero siempre les faltaba algo… estaba listo para exhibirlos y me arrepentía. Hace poco, rayando un cuaderno encontré la solución, resultó. Además, voy con cuidado. Cada vez que hago uno me limito a lo que estoy haciendo, a esa experiencia. No es pescar un timbre y reproducir las imágenes, aunque eso es otro tipo de obra que yo también he hecho. En definitiva, no hay una fórmula.

Me recuerda las entrevistas que he leído a Alfredo Jaar, por ponerte un ejemplo, donde se le pregunta esto mismo, acerca de cómo él hace su obra, cuál es el procedimiento. Él siempre contesta que tiene una rutina muy estructurada la cual comienza con una lectura, de aproximadamente dos horas, de periódicos de todo el mundo. A partir de esa lectura aparecen las obras. Es la cara opuesta de la moneda de lo que tú haces.
Si, los periódicos me interesan muchísimo, pero a veces compro periódicos en Suecia por una cosa meramente visual. O compro un periódico chino, aunque no entiendo nada, ¡por la visualidad! Después, la otra cosa es que, en general, coinciden las fotos. El mundo está tan conectado que cuando Bush se mandaba sus cagaditas salía en todo el mundo, en chino, en árabe, etc. Eso de los idiomas me fascina.

¿Cuál es tu relación con la escritura? Aparece tanto en tu obra…
Es una fascinación también. Una letra la encuentro increíble y formular una palabra, fascinante. Por eso los títulos son muy importantes para mí.


¿Ves las palabras como imagen? ¿Por eso la importancia de la poesía y la caligrafía?
Claro, eso pasa con Huacherías, por ejemplo. En Panam estoy presentando la segunda versión de Huacherías. Hace tiempo venía dándole vueltas a esto. Es una palabra inventada a partir de Huacho, uno, solo, sin padre. A pesar de que tiene connotaciones negativas yo lo veo como algo positivo porque ¡la realidad es que somos huachos! Eso no significa que yo sea un ermitaño, ni que no me relacione con los demás, pero es muy importante saber que somos únicos. En el sentido de que cada uno tiene una historia y, por qué es así, es un misterio. Menos mal, en todo caso, porque lo único que hace que la vida siga es la diferencia.

Claro, a partir de ese reconocimiento, de ser un individuo, separado, también uno reconoce y puede mirar su conexión con los demás. Ya no es la cosa pegada del cordón umbilical donde uno no sabe cuál es el límite entre uno y otro y eso se ve gráficamente en tu obra de Huacherías, donde está el gobelino que es como un universo y lleva insertas estas unidades interconectadas. Incluso con un recorrido dibujado entre ellas.
Sí, claro.

¿Y los dibujos que estás haciendo también están en el universo de Huacherías?
Sí, entra en el sentido de que es parte de la desmitificación del choclón. Cuando uno etiqueta: «Asiático»… por eso la obra dice: «Ni asiático, ni africano». He tratado de dibujar un asiático, un arquetipo de un asiático. ¿Qué es un asiático? Muchas veces en los trabajos incluyo cosas que no podría explicar 100% por qué están ahí, pero creo que tienen que estar.




en Artishock, 14 de abril 2016




















 

lunes, enero 27, 2025

«Mestiza», de Teresa Orbegoso

Seis poemas


(1976-2025)
 
Un sonido en el aire
me levanta

Soy el animal en la penumbra

He perdido mi lengua
Voy por el desierto buscándola

Hablo
y no entiendo

¿Quién ha puesto esta raíz en mi boca?


          ·   ·   ·


En el interior del indio muerto
el recuerdo de una niña
me contempla me habla

yo levanto los huesos de tu alma
yo mastico los sonidos que no dices
yo beso tus ojos para que puedas ver


          ·   ·   ·


Te ríes de mí
¿A quiénes tienes de tu lado?

En la otra orilla
están los que encienden velas
y piden por los que hemos caído
en una fosa profunda y sin nombre

En algún lugar
somos girasoles
cuidados por ángeles


          ·   ·   ·


Madre ¿adónde vives?
¿en el fuego?

Muéstrame tu rostro
Tengo miedo de mí misma


          ·   ·   ·


Veo mi rostro en el pozo
en mis ojos
tus ojos extraviados madre
Eres la taruca
que deambula en el bosque quemado
la que balbucea:

Achakay, akapacha chhaqtañi jumaru

¡Hoy este mundo dejará de ser visible para ti!


          ·   ·   ·


Canta madre
canta
libera tu origen perdido
La pluma que me regalaste
siempre me recordará de dónde venimos

Mestiza será mi nuevo nombre

Aprenderé como los míos
Haré blanca mi lengua
mi piel
mi ropa
mis ojos

Cuidaré
el verdadero color
de nuestro espíritu



Publicado por Ediciones del Dock, 2012




















domingo, enero 26, 2025

«Ritual de la ausencia y sus sombras», de Roxana Miranda Rupailaf





Quemaré el laurel en los rincones de la casa
en que nos consumimos.

Ahora sé que no volverá el movimiento
a los olores.

Recogeré los pelos de la alfombra.

No volveré a dormir sobre las sábanas
en que nos hicimos aguas
y salivas blancas de lamernos.

Quemaré el laurel en esta casa.

Con azúcar andaré quemando
las pieles y la carne.

Quemaré el laurel en los latidos.






en Pu llimeñ ñi rulpázuamelkaken / Seducción de los venenos, LOM Ediciones, 2008
 














sábado, enero 25, 2025

«Tema del Pabellón de Descanso de los Oficiales, Prefectura de Wu-Tang», de Hsi Chou

Versión de Juan Carlos Villavicencio




Este pabellón de la prefectura
se llama Retiro de los Oficiales; aquí
el ocio mismo manda, señor,
al corazón.

Al recoger el biombo
sabes que ha llegado un invitado;
los pájaros pasan aquí la noche,
una lámpara colgante muestra su lugar.
La niebla del té golpea un canto rodado,
lo repudia. Las piedras de Go resuenan,
florecen en las profundidades.

Ya que para encontrarnos aguardamos la suerte
de una vela rumbo al sur,
aprovecharé el otoño,
enviaré por correo
estos murmullos.













viernes, enero 24, 2025

«Lingüistas», de Mario Benedetti




 
Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüística y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, semiólogos, críticos estructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuales siguieron su garboso desplazamiento con una admiración rayana en la glosemática.

De pronto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica:
      —¡Qué sintagma!
      —¡Qué polisemia!
      —¡Qué significante!
      —¡Qué diacronía!
      —¡Qué exemplar ceterorum!
      —¡Qué Zungenspitze!
      —¡Qué morfema!

La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas.

Sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: «Cosita linda».



en Despistes y franquezas, 1989











jueves, enero 23, 2025

«Ángeles. Una fantasía gay a través de temas nacionales para Estados Unidos», de Tony Kushner

Fragmento / Traducción de Juan Carlos Villavicencio




Acto I, Escena 2

Mismo día. Roy y Joe en la oficina de Roy. Roy en un escritorio impresionante, vacío excepto por un sistema telefónico muy elaborado, filas y filas de botones parpadeantes que suenan y pitan y silban incesantemente, haciendo música caótica bajo las conversaciones de Roy. Joe está sentado, esperando. Roy hace negocios con gran energía, impaciencia y sensual abandono: gesticula, grita, engatusa, canta, toca el auricular del teléfono, el botón de espera y los botones de sus numerosas líneas con virtuosismo y amor.

ROY (Presionando el botón de espera): Espera. (A Joe) Ojalá fuera un pulpo, un puto pulpo. Ocho brazos llenos de amor y todos ellos buenos para chupar. ¿Sabes a lo que me refiero?

JOE: No, yo...

ROY (Señalando una bandeja de delicias con pequeños sándwiches en su escritorio): ¿Quieres almorzar?

JOE: No, está bien de verdad yo sólo…

ROY (Presionando un botón): ¿Ailene? Roy Cohn. ¿Hey qué clase de saludo es… pensé que éramos amigos, Ai… Mire Sra. Soffer no tiene por qué ponerse… Está enojada. Me está gritando. Va a empeorar su estado, no debería gritar, se le reventarán sus pequeños vasos sanguíneos en la cara si grita… No, fue una broma, Sra. Soffer, estaba bromeando… Ya me disculpé dieciséis veces por eso, Sra. Soffer, usted… (Mientras ella explota, Roy tapa el micrófono con la mano y le habla a Joe) Esto tomará un minuto, come no más, de qué es este sabroso sándwich… (Le da un mordisco a un sándwich) Mmmmm, es paté o algo así… Toma. (Le lanza el sándwich a Joe, quien lo agarra y lo devuelve a la bandeja. Vuelve a la Sra. Soffer) A-já, a-já… No, ya le dije que no fueron vacaciones sino por negocios, Sra. Soffer, tengo clientes en Haití, Sra. Soffer, yo… Oiga, Ailene, ¡¿CREE QUE SOY EL ÚNICO PUTO ABOGADO DE LA HISTORIA QUE SE OLVIDÓ DE UNA CITA EN LA CORTE?! No agrande tanto esta weá… Espere. (Presiona el botón de espera) ¡VIEJA HISTÉRICA!

JOE: Si este es un mal momento…

ROY: ¿Mal momento? ¡Este es el mejor momento! (Botón) Cosita, consígueme… Mierda, espera. (Botón) ¿Hola? Bah. Siento que siga esperando, Juez Hollins, yo… Oh Sra. Hollins, lo siento querida, usted tiene una voz grave. ¿Disfruta su visita? (Tapa el micrófono de nuevo; a Joe) Ella suena como un camionero y él suena como Kate Smith, todo muy confuso. Nixon lo nombró, todos los nerds fueron designados por Nixon. (A la Sra. Hollins) Sí, todo bien, ¿cuántas entradas querida? ¿Siete? Para qué, Cats, la 42, ¿qué? No no le va a gustar La Jaula, créame, lo sé. Oh, por el amor de Dios. Espere. (Mantiene pulsado el botón, otro botón) Cosita, siete para Cats o a lo que sea, cualquier cosa difícil de conseguir, me importa una mierda y a ellos también. (Botón; a Joe) ¿Viste La Jaula?

JOE: No, yo…

ROY: Fabuloso. Lo mejor de Broadway. Quizás alguna vez. (Botón) ¿Quién? Ah, Jesús H. Cristo, Harry, no, Harry, Juez John Francis Grimes, Tribunal de Familia de Manhattan. ¿Tengo que hacer todas las putas weás yo mismo? Pégale un llamado al imbécil, Harry, y no me vuelvas a llamar por esta línea, te dije que no lo hicieras.

JOE (Comenzando a levantarse): Roy, eh, debería esperar afuera o...

ROY (A Joe): Bah, siéntate. (A Harry) Espera. Te pago para que esperes ándate a la mierda Harry imbécil. Tarado subnormal. (Presiona el botón, luego mira a Joe. Un tiempo, luego): Veo el universo, Joe, como una especie de tormenta de arena en el espacio exterior con vientos de la velocidad de un mega huracán, pero en lugar de granos de arena son esquirlas y astillas de vidrio. ¿Alguna vez te sentiste así? ¿Alguna vez has tenido uno de esos días?

JOE: No estoy seguro de...

ROY: ¿Cómo va la vida en Apelaciones? ¿Cómo está el juez?

JOE: Manda cariños.

ROY: Es un buen hombre. Leal. No es el hombre más brillante del magisterio, pero tiene modales. Y una bonita cabellera plateada.

JOE: Me da mucha responsabilidad.

ROY: Sí, como escribir sus decisiones y firmar con su nombre.

JOE: Bueno...

ROY: Es un buen tipo. Y lo cubres de manera admirable.

JOE: Bueno, gracias, Roy, yo…

ROY (Botón): ¿Bah? ¿Quién es? Que quién cresta eres. Espera. (Mantiene pulsado el botón) ¿Harry? Ochenta y siete guatones, algo así. Que se pudra. Chúpamela. New Jersey, una cadena de tiendas porno en Weehawken. Esa es... Harry, esa es la belleza de la ley. (Mantiene pulsado el botón, el botón) ¿Entonces, Cosita? ¿Cats? Puaj. (Botón) ¡Cats! Se trata de gatos. Gatos que cantan, la amará. A las ocho, el teatro siempre a las ocho. (Botón) Malditos turistas. (Pone su dedo en el botón de la línea en la que Harry está esperando; antes de presionarlo, a Joe) Ah, vive un poco, Joe, come algo por el amor de Dios.

JOE: Mmm, Roy, podrías…

ROY: ¿Qué? (Presionando el botón; a Harry) Espera un minuto. (Mantiene presionado el botón, otro botón) ¿Sra. Soffer? Señora… (Botón, a Cosita) La puta que la parió, ¿dónde está… (continúa abajo):

JOE: Roy, te agradecería mucho que...

ROY (Continua desde arriba): Bueno, ella estuvo aquí hace un minuto, cosita, fíjate...

(El teléfono comienza a emitir tres pitidos distintos, todos a la vez)

ROY (Destrozando los botones): ¡Maldito Dios y la mierda que es esta weá! (Continúa abajo):

JOE: Realmente desearía que no...

ROY (Continua desde arriba): ¿Cosita? Llama al Post pásame a Suzy a ver si...

(El teléfono comienza a silbar con fuerza).

ROY: ¡CRISTO!

JOE: Roy.

ROY (Al teléfono): Espera. (Mantiene pulsado el botón; a Joe) ¿Qué?

JOE: ¿Podrías por favor no tomar el nombre del Señor en vano?

(Pausa)

JOE: Perdona. Pero por favor. Al menos mientras yo esté…

ROY (Se ríe, entonces): Ok. Lo siento. Mierda. Sólo en Estados Unidos. (Aprieta un botón) Cosita, diles a todos que se vayan a la mierda. Diles que morí. Arréglatelas con la Sra. Soffer. Dile que todo está encaminado. Dile que se la estoy metiendo al juez. Le devolveré la llamada. La llamaré. Sé cuánto pedí prestado. Ella tiene cuatrocientas veces eso… Sí, dile que dije eso. (Botón. El teléfono está en silencio) Entonces Joe.

JOE: Perdona Roy, yo sólo…

ROY: No, no, no, no, los principios cuentan, respeto los principios, no soy religioso pero me agrada Dios y Dios me quiere. ¿Bautista, católico?

JOE: Mormón.

ROY: Mormón. Encantador. Absolutamente. Sólo en Estados Unidos. Entonces, Joe. ¿Qué pensái?

JOE: Está… bien…

ROY: Es loca la vida.

JOE: Caótica.

ROY: Bueno, pero Dios bendice el caos. ¿No?

JOE: Mmmm…

ROY: Eh. Mormones. Conocí a mormones en, eh, Nevada.

JOE: En Utah, sobre todo.

ROY: No, estos mormones estaban en Las Vegas.
Entonces. ¿Entonces te gustaría partir a Washington y trabajar para el Departamento de Justicia?

JOE: ¿Perdón?

ROY: ¿Te gustaría ir a Washington y trabajar para el Departamento de Justicia? Todo lo que tengo que hacer es levantar el teléfono, hablar con Ed y estás listo.

JOE: ¿En… qué exactamente?

ROY: Asistente asociado a Algo Grande. Asuntos Internos, el corazón del bosque, algo agradable con influencia.

JOE: ¿Ed…?

ROY: Meese. El Fiscal General.

JOE: Oh.

ROY: Sólo tengo que levantar el teléfono…

JOE: Tengo que pensarlo.

ROY: Por supuesto. (Pausa) Es un gran momento para estar en Washington, Joe.

JOE: Roy, se oye increíblemente emocionante.

ROY: Y tendría sentido para mí. ¿Lo entiendes?

(Pequeña pausa)

JOE: Yo… No puedo decirte cuánto aprecio esto Roy, en cierto modo… bueno, estoy aturdido, quiero decir… Gracias, Roy. Pero tengo que pensarlo un poco. Tengo que preguntarle a mi esposa.

ROY: Tu esposa. Por supuesto.

JOE: Pero realmente lo aprecio…

ROY: Por supuesto. Habla con tu esposa.




1991







La escena de Angels in America (2003) protagonizada 
por Al Pacino (Roy Cohn) y Patrick Wilson (Joe Pitt)