viernes, junio 27, 2025

Dos entrevistas a Amanda Durán



(1982-2025)


I. «La muerte es tan democrática y permanente». 
Entrevista de Giovanni Astengo
 
En esta conversación, realizamos un periplo por la escritura desde el cuerpo, lo sagrado y lo pagano, la muerte y sobre todo por la fuente inagotable del quehacer poético, lugar que hoy Amanda, trabaja de la mano de la reconocida gestora cultural chilena María Luisa Lanas.

En tu poesía hay un tejido, un nudo inexorable, que vincula el ser mujer en relación al cuerpo, sentirse, pensarse, intuirse desde ese corpus parlante, vivido y siempre al límite del influjo y reflujo de los fluidos de sangre o de semen; un cuerpo colmado de dolor, de erotismo y de auto-conocimiento, «He intentado no amar después de los muertos», repites tres veces en un poema de tu segundo libro, Ovulada, publicado en Chile y España. ¿A partir de qué contexto personal y social configuras esta poética, a veces, hermética; y de qué forma operan estas imágenes que podrían ser «duras» para un lector más conservador?
La poesía en mi trabajo es el confesionario por excelencia, lo relaciono mucho al diario de vida por lo íntimo del proceso, un camino tan personal, como una búsqueda de sanación perpetua. El cuerpo claramente es otra constante, termina siendo el ánfora de toda esa experiencia, antes de ser escrita. Mi conexión con esa palabra y todo el cuerpo son mi único soporte real para la vida. Nudo es ese primer proceso de exploración donde todo esquema filoso y catalogador como ser mujer, hija, madre, huérfana o hermana se interrogan entre sí, mutuamente. Me gusta tocar la realidad como un collage físico que puede descomponerse, que puede abrirse como una carta o estudiarse como este caso, el caso de Nudo que es una autopsia.
 
Mientras reviso tu libro Antro (Misa para señoritas), publicado el año 2010, por Árbolanimal, Argentina. Leo: «Putita de Dios / que quitas el pecado del mundo». Y pienso en Sylvia Plath, Sinead O’Connor, Safo, etc. Este libro establece una solemnidad al seguir ciertas pautas tanto de la religiosidad oficial –usando el latín– o la plegaria solitaria sola con un crucifijo en la mano, como diciendo «Yo, la peor de todas», como Sor Juana Inés de la Cruz. Pero sin dudas lo que llama la atención , es que en este formato de misa dominical, pases a lo pagano, a las ninfas del bosque del «entusiasmo». ¿Cuál es el desarrollo de este «Cántico» rituálico, donde vuelve a aparecer el cuerpo de la mujer de forma más celebratoria, a diferencia de Ovulada?
Antro es el estremecimiento ante el otro, en este caso «la otra» esa que no tiene altar. El desamparo de una mujer muerta que no puede homenajearse. Empecé a escribirlo tras el asesinato de una gran amiga a manos de su pareja. Ella descansaba en un gran congelador, donde su sangre se endurecía en sacrificio por todas las que seguíamos vivas. Ese terremoto emocional me llevó a querer hablar con mujeres abusadas y buscar en las oraciones sacras, esas en las que la diosa pagana fue sincréticamente sustituida por una virgen o por una Eva. En el texto oficial de la santa misa hay una de estas lecturas, el «Salve Regina». Una de las pocas menciones en que la mujer no es quien puede rogar por nosotros, sino a quien rogamos desde el desamparo, es un extracto hermoso que incluí en el libro y que en español dice así:

«A ti clamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas»

Yo sé que este libro puede parecer grotesco, es sumamente grotesco, como el modo en que murió Kajsa, como el ruido de un minutero por cada mujer que es violada y asesinada en algún lugar del mundo.

Yo fui amigo de tu madre, Tamara Durán, más conocida como «La Perestroika», gran performista en los años de dictadura, y en tu último libro La Belleza (Amargord, España, 2016) lo que suena de fondo es un verdadero requiem a tu madre, sin la normativa formal de este tipo de escritura o reglas musicales. No obstante, no deja de conmover tu visión con respecto a la muerte de Tamara, y pienso en el poeta Humberto Díaz-Casanueva y su Requiem a su madre, pero es mejor Seru Girán –como dices– con «Hundiendo el Titanic», porque siento que ella se te «aparece» o tu recuerdo pasa más por lo nimio que por lo grandilocuente. ¿Cómo se puede escribir después de una experiencia vital tan fuerte?
Escribir o pintar son dos caminos hermosos para romper el llanto de una experiencia así de fuerte. La muerte es tan democrática y permanente, todos cargamos con ella o sobre ella. La Belleza es un intento de acompañar a Tamara en esa muerte tan lejos y violenta. Convencerla que había tenido un último día hermoso, tomar su cabeza y dejarla escapar. Siempre lo pensé así, en mi necesidad de acurrucarla y darle esa despedida romántica o poética, pero verso a verso la que se iba despidiendo era siempre yo. La que se arrojaba al precipicio de vivir sin madre. La que nacía una vez más para asumirse huérfana. Es un libro al que le tengo profundo cariño por el tremendo aprendizaje que ha significado siempre leerlo.

¿Cuáles son tus apreciaciones con respecto al Estallido social, el post-estallido, la pandemia y el feminismo?
Acá prefiero citar Plan de evasión, del genio Bioy Casares. Se trata de una prisión clandestina en la que el recluso ignora su condición de encierro. Para lograr esto Castel, quien dirige el proyecto, interviene quirúrgicamente los órganos de algunos presos, con el fin de alterar todo lo que perciben. Ellos, por ejemplo, pueden ver enormes paisajes en vez de rejas tras la operación de sus corneas. La prisión se convierte en una isla que, aunque tendrá muros de agua y mantendrá la sensación de encierro, también formula esa idea de «oportunidad» que toda Isla desierta tiene. Entonces a nivel subconsciente los individuos de este relato son libres y sólo la noción de confinamiento podría realmente confinarlos.

Quizás no estábamos más libres antes, teníamos esas «corneas adulteradas», pero ahora que hemos vivido el estallido con todo lo que implica (uno de sus bellos matices es la manifestación multitudinaria del feminismo) y ahora que incluso casi medio millar de jóvenes han perdido sus ojos, creo que estamos mucho más cerca de ver y de encontrar caminos. Puede que estemos encerrados, pero ya tenemos garantizada la posibilidad de soñar lo que queremos vivir cuando estemos afuera, juntos.


en Periódico Carajo, 23 de junio, 2021



II. «Mi poesía es muy confesional, me relacioné con la poesía desde lo íntimo, desde la libertad absoluta de poder decir todo lo que yo sintiera». 
Entrevista de Ariadne Agámez

En el marco de la versión número 32 del Festival Internacional de Poesía de Medellín, Publimetro habló con la reconocida poeta.

«Me advirtieron, que a las mujeres que buscan se les descose el rostro, que andan por ahí, chorreando esa herida horrenda, que están solas, tan solas, que se les calca una foto en blanco y negro y un adónde, y ellos dicen: no hay nadie», fragmento del poema «Hoja Blanca», que revela cómo a través de las letras, la poeta logra expresar su más profundo dolor por la violencia que viven las mujeres en el mundo.

Amanda Durán nació en Chile, en 1982. Es escritora y artista visual chilena. Su obra ha sido publicada en Perú, España, Chile, Uruguay y Argentina. Participando, además, de antologías en Suecia, Francia, Guatemala, México y Canadá. Sus libros son Zona primavera; Ovulada, libro publicado en Chile (MAGO Editores); España (Amargord Ediciones); y Perú (Altazor Ediciones); Antro, misa para señoritas, presentado en Uruguay (La Propia Cartonera), Argentina (Árbolanimal) y Chile (Ediciones Colectivas Periféricas); La Belleza, España (Amargord Ediciones), y finalmente Nudo en Chile (MAGO Editores) que reúne extractos de sus últimos tres libros.

¿Quién es Amanda Durán?
Soy una poeta construida con el amor de un abuelo que me enseñó poesía desde los ocho años, para rescatarme de la tristeza y fue el mejor regalo que pudieron haberme dado. Mi primer libro se publicó a los 12 años y he tenido la suerte de estar muy bien acompañada por escritores que admiro, que me han dado el apoyo, como N. Parra, que prologó mi primer libro; de ahí en adelante, mis otros maestros Patricio Manns y Raúl Zurita.

¿Cuál fue esa tristeza de la que la poesía logró rescatarla?
Las tristezas de los tiempos, la herida de la familia disfuncional, que es una herida transversal en este momento para todos los seres humanos y en algunos casos se soporta más y en otros menos. Tiene que ver justamente con esa ausencia del amor nutricional, que olvida a veces escuchar la voz de los  niños y de las mujeres. Mis padres se separaron y no iban a vivir conmigo. Eso a los ocho años me provocó una depresión, de la que me rescató sólo la poesía. De ahí en adelante, la poesía ha sido mi bastón para la vida.

¿Cómo fue la experiencia de escribir el primer libro siendo tan joven?
Era como un juego, como para un niño jugar lucha o dibujar, para mí era dibujar historias con las palabras. Mi abuelo me regaló el concepto de la licencia poética, que es que en el papel y gracias al lápiz tienes un universo ilimitado y permiso para decir lo que quieras, transformar las palabras en lo que quieras y mezclar el lenguaje como quieras.  En el libro hay poemas desde los 8 hasta los 12, no tiene una temática esencial, pero básicamente es una niña jugando con varios conceptos, las alas de los ángeles, la familia y los niños.

¿Qué fue lo que marcó el proceso de convertirse en poeta desde tan temprana edad?
Lo que más me marcó fue tener la posibilidad de relacionarme con grandes poetas. Desde muy niña haber sido invitada a lecturas, encuentros y poder conocer un tipo de escritura que en el colegio no enseñaban y eso me explotó la cabeza. Desde niña tengo la noción de que la poesía es un derecho humano y que, lamentablemente, no está considerada en las mallas pedagógicas. Se nos enseñan ciertos poetas en cada país, ciertos poetas extranjeros, algunos nacionales, pero no se nos muestra esta gran variedad de voces y esta capacidad de esa licencia poética, que para un niño puede transformar la vida. La palabra es lo primero que utilizamos para comunicarnos y cuando aprendemos a hablar tendemos un puente con el otro y ese puente puede manifestar nuestro interior de un modo que sabemos manejar todos los seres humanos en nuestros lenguajes e idiomas.

¿Cómo describe su poesía?
Mi poesía es muy confesional, me relacioné con la poesía desde lo íntimo, desde la libertad absoluta de poder decir todo lo que yo sintiera. Finalmente fue mi puente para decir todo lo que no estaba diciendo en la vida. Por eso también la rescató como mi gran salvavidas. Mis libros fueron mis gritos de auxilio en distintos momentos mi vida. La Ovulada tiene mucho que ver con esta maternidad violenta, una relación abusiva, esta relación con el padre maltratador y la pareja en la que se convierte. En Antro, veo a otras mujeres vivir sus propias luchas y sus propias experiencias de las heridas que va cargando. En esa época mi mejor amiga fue asesinada por su pareja en Suecia, eso me afectó profundamente. Luego viene el libro siguiente, La Belleza, en el que me relaciono con la muerte de mi madre, reconciliándome con esa idea, porque todo se relaciona, mi madre también fue víctima de violencia machista y fue asesinada. En ese libro decidí enfrentarlo, no con rabia, sino asumir la belleza de quién había sido mi madre, la belleza de su partida y la belleza que tiene el dolor también. Zurita es un poeta chileno a quién admiro mucho y dice que «el poeta es aquel que viene del paraíso, que en su dolor de no tenerlo responde con poesía. La poesía, incluso la más triste, no está contando esa experiencia del paraíso. Todos mis libros tienen un proceso muy orgánico, muy real.

¿Cómo ha sido el recorrido de las mujeres poetas en el mundo?
Tenemos una larga historia de mujeres poetas maravillosas que lamentablemente tuvieron finales bien tristes y trágicos a nivel mundial. La mayoría de las mujeres, la misma Gabriela Mistral, la poeta chilena, que si bien no se suicidó terminó autoexiliada, viviendo sola, en un país lejano, siendo descartada por sus pares masculinos en Chile, siendo que ganó el Nobel. Nuestra misión como poetas es sobrevivir para entregarle esa posta a las que vienen, de que de poesía no se muere. Justamente la poesía para la mujer ha sido tan peligrosa, porque se ha relacionado con la escritura desde el diario de vida, muy íntimo, muy secreto, muy tuyo. Es una relación muy auténtica. El hombre, en cambio, su relación ha sido desde el escrito formal, lo aceptado por la sociedad como la palabra auténtica, científica, por tanto está más desde lo de afuera, tiene un tema muy diferente a la poesía de las mujeres que viene con una historia espiritual de autorrescate, esa poesía confesional que refleja la vulnerabilidad, que muy pocos quieren aceptar. Debemos apoyarnos mucho como mujeres, escuchar las heridas que venimos a contar y cuál es el paraíso del que venimos a dar un mensaje.

¿Cómo ha sido llegar al Festival en Medellín?
Feliz. Este es un festival que todo poeta sueña experimentar y ha sido como estar en un sueño, pero consciente para llevarme todas las experiencias posibles.



en Publimetro (Colombia), 28 de julio, 2022





Fotografía original de Juan Augusto Cardona






















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