No es mío — el cuerpo que te fue prometido
está enterrado en el corazón
de una máquina inservible
que nadie puede detener ni hacer partir.
¿Te acostarás con él? Podrías cavar muy hondo
—escapar de una o dos leyes— ver un rayo
de luz. Nunca
lograrás acercarte al corazón.
Lo intenté —soy el mismo— vengo igual.
Quería que mis sentidos deliraran.
El rayo sólo fue una luz cualquiera.
¿No hay nada que te retenga aquí, mi amor, mi amor?
en Flores para Hitler, 1964
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