Vi un ángel blanco que pasó sobre mi cabeza;
Su deslumbrante vuelo aplacó la tempestad,
Acallando el estruendo del mar allá a lo lejos.
—¿Qué pretendes hacer esta noche, ángel?
Le dije.— Respondió: —Vengo a llevarme tu alma.
Al notar que era una mujer tuve miedo
Y le dije temblando, tras tenderle los brazos:
—¿Qué me quedará cuando desaparezcas?
No contestó. El cielo al que asedia la sombra
Se apagaba…— Si tomas mi alma, le grité,
¿Adonde irá a parar? Muéstrame ese sitio.
Y ahí seguía en silencio. Oh viajero del cielo azul,
¿Eres tú la muerte? —dije, ¿O eres vida?
Y avanzó la noche sobre mi alma cautiva,
Y el ángel devino negro y me dijo: —Yo soy el amor.
Pero su frente oscura era más agradable que el día
Y vi, en el distante fondo donde brillaban sus pupilas,
Las estrellas a través de sus plumas y sus alas.
Jersey, septiembre de 1855
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