No voy a perder la esperanza;
si mi camino me lleva a la cárcel
a hundirme bajo el sol
o al exilio
no voy a perder la esperanza.
Es mi derecho contemplar el sol
cuando derriban mi tienda y me exilian
comer el fruto del olivo
regar los viñedos
con música
cantarle al amor
en Jaffa, en Haifa
sembrar la tierra fértil
con nuevas semillas.
Es mi derecho.
Deja que mi camino sea
el de ofrecer una mano a la otra
para que construyamos una torre de sueños.
Este es el camino.
Y si el precio final a pagar
va a ser mi mirada
mi propia vida
lo haré
a mi manera
pero no me voy a rendir.
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