domingo, octubre 20, 2024

«El poema de la salvia y el té», de Fady Joudah

Versión de Juan Carlos Villavicencio




Ante un escritorio de vidrio,
en un cuarto con vidrios hasta en sus paredes
con una alfombra roja de aeropuerto,

un oficial le pidió 
a mi padre sus huellas digitales,
y como mi padre se negó

otro oficial le ofreció té
y él tomó un sorbo. La plantilla de
la taza de té para huellas digitales,

dijo mi padre, es sólo
agua caliente y una bolsita.
Mi padre dice que, en su país,

la tierra conoce el olor 
de la historia y por eso
le dio salvia a la gente.

Me gusta mi té con salvia
del jardín de mi madre,
junto a las flores boca de dragón

que ella llama bocas de pescado
saliendo a tomar aire. Un remedio
para los dolores de estómago que guarda

en la cocina donde
siempre está cantando.
Primero, ella es Hagar
hirviendo agua
donde se va soltando el té
luego ella le echa

una pizca de salvia
y lo deja reposar un rato
mientras cuenta una historia:

El novio llega tarde
a su boda
usando un solo zapato.

La novia le pregunta
por el zapato. Él le dice 
que lo perdió mientras saltaba

sobre el muro de una casa,
arrancando de los soldados.
Ella pregunta:

¿Té con salvia
o té con menta?

Con salvia, dice él.
Olor dulce, lengua amarga.
Ella lo hace, él lo bebe.














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