“Tantos años y aún no conozco el nombre de los gatos
que alimenta mrs. White,
estoy aquí y comparto cosas”, dice
mientras soporta en las manos un viejos ejemplar de El Gran Gatsby
gesticulando como loco
disminuyendo la voz hasta hacerse casi imperceptible
comprende las situaciones “en demasía”
pero busca el lugar preciso en que aparezca el nacimiento de las horas
no ese eterno presente, creado a partir de imaginaciones,
sino el punto quieto que nace y muere
donde el tiempo ya no puede medirse ni tampoco el espacio
ese punto quieto que inevitablemente desaparece
en raras corrientes de seriedad
como si la anticipación no otorgara lo que promete
y lo que fue pareciera distinto a lo que fue
enredado en interminables pensamientos se cansa
mientras cierra la carpeta, recordando:
“Por qué no trajo su abrigo, profesor, le da un aire...”.
en Desplazamientos de la memoria y otros poemas, 2017
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