Oblicuamente se oculta el sol
detrás de la aldea;
Los callejones han sido invadidos
por las vacas y las ovejas
que se dirigen al establo.
Un pastor regañón, apoyado
en su cayado, frente a la puerta
de su choza bardada,
Aguarda la llegada de su hijo.
Los faisanes cacarean
en medio de los sembrados;
El gusano de seda dormita entre
las arrolladas hojas
de la morera.
Un campesino echa
el azadón al hombro
Mientras charla al encontrarse
con unos amigos.
Este modo de vivir, exento
de toda extravagancia,
es digno de desear.
Envidio esta vida sencilla y,
melancólicamente,
me pongo a tararear la canción
“De vuelta al hogar*”.
* Canción de Shih Ching (“Clásico de las Odas”), compilación hecha por Confucio.
en Poetas chinos de la dinastía T’ang, 1961
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