domingo, marzo 31, 2024

«Vida media en el exilio», de Hala Alyan

Versión de Juan Carlos Villavicencio





Siempre viviré entre un abril y otro.
Aquí el aire huele a jacarandás y lima;
atardece antes de que me dé cuenta. Supongo
que debo descansar, pero ahí es donde habitan los niños.
En la cálida niebla del sueño. De un sueño tras otro.
En cambio, me obsesiono. Dibujo estrellas en los recibos.
A todo el mundo le encanta el poema.
Está bordado en una almohada en Milwaukee.
No ha hecho nada por Palestina.
Hay plantas en Occidente que emergen sólo después de los incendios.
Escuchan si hay humo. Escribí el poema
después de semanas de desesperación, arrastrándome
como una roca. A todos les encanta el poema.
Las plantas se llaman seguidoras del fuego,
pero a veces después de las lluvias. Por la noche,
soy una zombie que se alimenta de los comentarios.
¿Es compulsivo ver videos?
¿Es compulsivo memorizar nombres?
Rafif, Ammar y Mahmoud.
Amapolas, dragonarias y calandrinias:
no puedo oírlas. No puedo oírlas bajo los misiles.
Una planta espera a que crezca el fuego.
Un niño espera una alarma. Debe ser un niño.
Nunca un hombre. Nunca un hombre sin un hijo.
No hay nada mas terrible
que esperar lo terrible. Lo prometo.
¿Valió la pena el poema? No,
pero no se interroga a una hierba
por lo que hace con las ruinas.
Por lo que ha hecho por llegar hasta aquí.



2001









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