Nada nuevo. Hay aquí dos estaciones:
el verano es un alminar que se eterniza en el horizonte,
el invierno, una monja que reza compungida.
La primavera
no se tiene de pie
sino para decir: Sed bienvenidos
a la ascensión de Cristo.
El otoño
no es otra cosa que un retiro
desde el que contemplar cómo van goteando nuestros años
en el camino del retorno.
¿Dónde hemos olvidado la vida?, le pregunté a la mariposa
que revoloteaba en la luz.
Y se quemó en las lágrimas.
en La huella de la mariposa, 2013
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