En tiempos de sequía eres mis higueras y mis olivos,
tu aridez es mi vestido fragante.
De los escombros de tus ojos levanté mi hogar,
te amo viva, te amo en la muerte.
Cuando tengo hambre, me alimento de tomillo.
Siento tu cabello contra mi cara y te extraño,
mi rostro cansado se pone rojo.
Nazco en las palmas de tus manos, un embrión,
crezco y crezco, y llego a la madurez.
Bebo de tu mirada el sentido de mi vida,
entonces mi ser despierta y se embriaga.
Viajo a través de fronteras, tú eres mi maleta,
eres mi pasaporte falso.
Me jactaré de poder contrabandear tus ojos
a través de las fronteras;
me jacto y me jacto y me voy llenando de orgullo.
Y cuando los soldados te confisquen,
incluso antes del hachís,
y me arranquen las pupilas de los ojos,
sentiré que fue purificada mi vergüenza;
que me vuelvo más puro
e inmaculado.
Cuando teman lo que pueda haber debajo de mis axilas,
me encerrarán en una celda pequeña;
firmo con tu nombre
al final de los informes policiales.
Y cuando me lleven solo
a ser azotado y humillado,
y me amarren en cada comisaría,
sentiré que somos amantes, que moriremos de éxtasis,
un hombre de piel oscura y su mujer.
Tú te convertirás en mí y yo me convierto en ti –
exquisitos higos y almendras sin cáscara.
Y cuando los soldados me aplasten la cabeza
y me obliguen a sorber el frío de la prisión
para olvidarte – te amaré todavía más.
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