viernes, diciembre 22, 2023

«Suimanga palestino», de Deema K. Shehabi

Versión de Juan Carlos Villavicencio






La ciudad: una cuerda floja de ojos mientras estamos sentados en 
un banco bajo una hilera de abedules. Antes de tu confesión: las grullas 
canadienses sobrevolaron el lago, de color musgo a la luz. Años más tarde, 
caminamos por un valle repleto de amapolas doradas a principios de abril. 
¿De dónde vienen estas emanaciones? Cuando las nubes desvisten el cerro 
cercano a la montaña, se me ocurre besar la lluvia de tu boca. ¿Cómo decir 
que tu respuesta consiguió de mi garganta una canción de nuestro país 
perdido? Al volver a casa en la tarde, entramos a un jardín donde cuelgan 
cuerdas de glicinas a la altura de los ojos, y hago un inventario de todos 
los objetos que se marchitan por tu hambre a medias: duraznos podridos 
en cuencos verdes, dibujos de robles patrimoniales dando paso a 
estacionamientos, parduscas buganvillas en jardineras. 
Define evasión, dices medio en broma. Me doy la vuelta, mis pestañas 
rastrillan el aire.















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