En mi cuarto ultraísta
se ha tendido la sombra,
como una duda larga
dentro mi pensamiento.
Se parece un adulto
esqueleto vestido
de negro,
y el Silencio que llora
como hermano Francisco.
Se engrandece mi cuarto
con la sombra y las lágrimas,
hay momentos que tienen
esas francas franquezas.
Alma mía, es la hora,
es la hora concreta
de meditar a solas,
junto a la sombra larga
y al silencio que llora…
en Huerto de lilas, 1927
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