Lucha el mar con los flancos de las rocas
y con las sombras de la duda el alma.
Y Dios desde el recóndito misterio
contempla la batalla.
Pero al fin los peñascos se derrumban
y las sombras se rasgan.
Y el mar a nuevas costas se abre paso,
y a nuevos mundos se abre paso el alma.
en El monje y otros poemas, 1953
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