domingo, noviembre 05, 2023

“La abandonada”, de Gabriela Mistral





A Emma Godoy

 

 

Ahora voy a aprenderme

el país de la acedía,

y a desaprender tu amor

que era la sola lengua mía,

como río que olvidase

lecho, corriente y orillas.

 

¿Por qué trajiste tesoros

si el olvido no acarrearías?

Todo me sobra y yo me sobro

como traje de fiesta para fiesta no habida;

¡tanto, Dios mío, que me sobra

mi vida desde el primer día!

 

Denme ahora las palabras

que no me dio la nodriza.

Las balbucearé demente

de la sílaba a la sílaba:

palabra "expolio", palabra "nada",

y palabra "postrimería",

¡aunque se tuerzan en mi boca

como las víboras mordidas!

 

Me he sentado a mitad de la Tierra,

amor mío, a mitad de la vida,

a abrir mis venas y mi pecho,

a mondarme en granada viva,

y a romper la caoba roja

de mis huesos que te querían.

 

Estoy quemando lo que tuvimos:

los anchos muros, las altas vigas,

descuajando una por una

las doce puertas que abrías

y cegando a golpes de hacha

el aljibe de la alegría.

 

Voy a esparcir, voleada,

la cosecha ayer cogida,

a vaciar odres de vino

y a soltar aves cautivas;

a romper como mi cuerpo

los miembros de la "masía"

y a medir con brazos altos

la parva de las cenizas.

 

¡Cómo duele, cómo cuesta,

cómo eran las cosas divinas,

y no quieren morir, y se quejan muriendo,

y abren sus entrañas vívidas!

Los leños entienden y hablan,

el vino empinándose mira

y la banda de pájaros sube

torpe y rota como neblina.

 

Venga el viento, arda mi casa

mejor que bosque de resinas;

caigan rojos y sesgados

el molino y la torre madrina.

¡Mi noche, apurada del fuego,

mi pobre noche no llegue al día!

 

 

 

en Lagar, 1954

 

 



















No hay comentarios.: