Cuando el gobierno no se inmiscuye
la virtud del pueblo es abundante.
Cuando el gobierno es muy político
el pueblo carece de virtud.
Es en la mala fortuna
que la buena fortuna se apoya.
La mala fortuna acecha a la buena fortuna.
¿Pero quién entiende que el orden
no se alcanza tratando de poner orden?
Pues el orden a menudo degenera en monstruosidad
y el bien en superstición
y por largo tiempo persiste el pueblo en su ceguera.
Por eso el sabio
es estricto, pero no tajante,
es escrupuloso, pero no hiriente,
es natural, pero sin rudeza,
es luminoso, pero no deslumbra.
en Tao Te King, siglo IV a.C. (aproximadamente)
Versión castellana de Gastón Soublette
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