El sol cruza la frontera
sin que ningún soldado dispare
una alondra inicia su canto matutino en Tulkarem
come y descansa tranquilamente
con los pájaros del kibutz
un solitario burro pastando en paz
camina a lo largo de la línea de fuego
ignorado por el escuadrón de vigilancia
pero ante mí, tu hijo refugiado,
oh mi tierra natal
entre tus cielos y mis ojos
se levantan los muros fronterizos
que oscurecen mi visión.
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