en la inmunda taberna Machu Picchu,
propiedad de unos gordos gamonales
que hacen tratos con la banda de Escobar.
Yo era chasqui, yanacona de Pizarro,
un espía de reserva, un carroñero
que buscaba la droga sustraída
al Palacio de Conquista del marqués.
De tres tiros me tumbaron los conchudos,
justo cuando los turistas japoneses
se largaban borrachos en sus hummer
al dorado y polvoriento amanecer.
en Fanon City Meu, 2015
Das Kapital Ediciones
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