La casa se volvió tren
Nubes que entre un mar de sillas
partieron en silencio
a otra vida.
Envolvimos infinito tiempo en una mano.
Más allá de la ventana,
una ciudad lloró copiosamente.
La noche que pudo haber sido día.
Quizás pronto madurará el pasado en el rostro
de cualquiera, en plena calle.
Todo transcurre aún.
El mundo gira solo en
el techo de tu cuarto.
en Poesía temprana, 2018
Editorial Montacerdos
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