Y dos arcos tendió contra mi vida.
Góngora, soneto XLVIII
Ya no tú cazador, sino perdido
cervatillo en el bosque: Amor te acecha
y repule la punta de la flecha
que ha de alcanzar tu pecho estremecido.
Medroso lo aguardabas, pero henchido
de secreto placer. La aleve brecha
te podría dejar la voz deshecha,
¡más qué divino fuera ser herido!
Presto llegó el Amor, plena su aljaba,
y vería, al echarte ojeada breve,
tanto júbilo en tu alma desvalida,
que luego así tu verso lo contaba:
Contra las fieras sólo un arco mueve,
y dos arcos tendió contra mi vida.
en Antología general de la poesía chilena, 1959
No hay comentarios.:
Publicar un comentario