Todas las almas traen un mensaje a la tierra,
pero al llegar lo pierden en este hervor sombrío;
yo, bajo los estruendos de estos aires de guerra,
como todos, Señor, perdí también el mío.
Perdí también el mío. Pero lo he de encontrar
aunque sea partiéndome el pecho esperanzado;
arañando en sí mismo lo he de desenterrar
por encima del tiempo, más allá del pasado.
Por las selvas hirsutas nunca buscó una fiera
su presa, como yo voy buscando la mía.
Frente a la eternidad, mi alma es una pantera
que aúlla a las estrellas toda su rebeldía.
en Antología de la poesía chilena, 1961
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