Por encima de la aldea
va pasando el aquilón;
las campanas de la torre
tocan solas, y su voz
va esparciéndose en la vega
como un lúgubre clamor;
las cuadrillas de los campos
abandonan su labor;
como un toque de llamada
ladra el perro del pastor;
se recogen asustadas
las palomas al torreón;
torbellino de hojas secas
y de polvo vela el sol,
y los álamos parecen
al empuje del turbión
una hilera de gigantes
que una mano doblegó;
entretanto en las cabañas
que ahoga el humo del fogón,
los aldeanos oyen pálidos
el silbar del ventarrón,
y se dicen en voz queda
que es del hambre la canción.
en Poetas chilenos, 1902
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