miércoles, mayo 03, 2023

“Del libro de los sueños”, de Rosamel del Valle





En extraña compañía de Daniel, un día,

Así, un día de viajeros. El joven mago

Alojaba en la taberna. El vielo caldeo

En Park Hotel. Tú dirás, tú dirás. Tú que sigues los

            astros.

Tú que estás inclinada hacia una noche de vidrio.

Si allí no hay higueras, tú dirás. Si allí

No está el sueño junto, el hombre junto, la tierra junta,

Tú lo dirás, hija proscripta. Amor mío, tú lo dirás.

¿Es posible? Un huésped tiene tu pecho. El otro, tus

            sueños.

Uno te lleva al jardín levantado, al agua que lee en

            las manos.

El otro a lo que no eres cuando estás en un baile.

En una reunión de señoras a quienes les hablas de

            no hablar.

De no hablar, sí, por supuesto. Sino de abrir las

            ventanas

Del cuerpo a la primavera. De abrir los cofres. Los

            cofres

Que el baño no limpia. Ahí estaría bien el hombre.

 

El cuerpo es la luz que anda. Lo que va dentro, sueño.

Un astro solo para el día de los muertos.

¿Cómo no verte junto a Daniel? ¿Junto

A los leones de la noche?

Somos los seguidos, tú lo sabes. Nos siguen. Al fondo

Alguien limpia las pisadas. Alguien lava las luces

Que hemos perdido. ¿Cómo no verte atravesar las

            puertas

Donde duermen las cosas conseguidas?

Pero tú vas a una cita. Una verja. Un huerto. El 

jardinero

Dormita junto a un hoyo sin rosas.

El césped murmura para ti. La línea del corazón.

Sombrío monte de Marte. No lo ignoras, estás

Rodeada de la vida. De la muerte. Hay que tener 

paciencia.

Los leones de Daniel. Lo que dice Daniel.

Ya verás. Ya verás.

 

Más tarde, más tarde las campanas tocan hacia el

            Oeste,

Encima del matorral. Eso es. La luna del matorral.

Siempre buscar. Buscar lo que nos sigue. Buscar

Donde nada hay que buscar. Tú lo sabes. Siempre

            buscar.

¿No se cansa el jardinero de enterrar sus rosas?

Su sueño es la linterna que lo anima.

Lo anima desde sus manos, no lo ignoras,

Hacia el fondo de la tierra donde llaman

Sin que nadie responda.

 

¿Estarás allí? Nos siguen, amor. Nos siguen. Lo dicen

Las hojas solas. La hierba crecida. Un buen día

Todo está ahí, presente. Estás tú. Estoy yo. Y

Lo que la noche esconde en el oído.

Luego no hay más que ver y oír. El corazón

Viaja solo dentro del cuerpo. Tú eres la viajera,

la viajera más sola de la hierba. Amas y eres amada.

Abelardo y Eloísa. Amas y eres coronada

Con el ruido más hondo, con la estrella más ciega.

Amas y eres amada. Amas y eres amada. ¿Cómo

Se abrió la noche para seguir?

 

Los años son la estatua del amor. Brilla detrás de ti.

Estamos allí y Daniel nos ve. Tú dirás tu canción.

Él dirá qué creció para el año que viene.

Yo debería decir mi palabra. Pero, tú sabes, yo sueño.

Tú dirás tu bella canción. Yo perderé mi bello sueño

¿Hay que adorar? Amas y eres amada. Ningún rayo,

            ningún libro

Dirá lo que no diga

Tu amor.

 

 

 

en El joven olvido, 1949



























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