Quién pudiera dormirse como se duerme un niño,
sonreír entre sueños al sueño del dolor,
y soñar con amigos y soñar el cariño,
y hundirse poco a poco en un sueño mayor.
Y cruzar por la vida sonambulescamente,
los ojos muy abiertos sobre un mundo interior,
con los labios sellados, mudos eternamente,
atento solo al ritmo del propio corazón.
Y pasar por la vida sin dejar una huella...
Ser el pobre arroyuelo que se evapora al sol.
Y perderse una noche como muere una estrella
que ardió millares de años, y que nadie la vio.
en Pequeña Antología de Poetas Chilenos Contemporáneos, 1917
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