Fuiste predestinado
a descubrir la Fuente.
Ahora, hollando tu propia senda
como en un sueño,
Allá donde el mar
mantiene suspendido el cielo,
Desapareces del mundo
en tu frágil barca.
El agua y la luna están
tan serenas como tu Fe;
Peces y dragones siguen
tu cantar;
Mientras, el ojo atisba
más allá del horizonte
La Santa Luz
de tu solitaria lámpara.
en Poetas chinos de la Dinastía T’ang, 1977
Edición de Raúl A. Ruy
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