- Así que estamos aquí otra vez, acariciando con el dedo
de una sola mano los arrugados pliegues de los orificios
de salida que la memoria deja tras de sí, dijo él, y arrojó
su correa de estrellas, después la apretó,
alrededor de los cuernos que aparentemente olvido,
siempre, tener. Olor de la noche cayendo cuando
está cayendo todavía. Insaciabilidad y
cualquier otra cosa escondida detrás de las partes
que la escondían. Con seguridad, cualquier víctima
-propiciatoria o no- merece algo mejor, pensé, él
llevándome por mientras hacia el lugar habitual, las
ramas generosamente separadas, allá, como si dijera
Pasen. El viento estaba limpio. El viento
nos venía bien, en su pelo, en ambas caras.
Traducción de Cristián Gómez Olivares
en Yo solía decir tu nombre, 2019
Originalmente en Wild is the wind, 2018
Givingly
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