viernes, julio 01, 2022

“Buceando en el naufragio”, de Adrienne Rich





Tras haber leído el libro de mitos, 

y cargado la cámara 

y probado el filo del cuchillo, 

me pongo la coraza de hule negro 

las aletas absurdas 

la careta torpe y solemne. 

Tengo que hacer todo esto 

no como Cousteau 

con su tripulación diligente 

a bordo de una asoleada goleta 

sino aquí a solas. 

Hay una escalera. 

La escalera permanece 

colgada inocentemente 

al lado de la goleta. 

Nosotros que la hemos usado 

sabemos para qué sirve. 

Sería si no 

solo una cosa marítima, 

un utensilio cualquiera. 

Desciendo. 

Escalón tras escalón y todavía 

el oxígeno me sumerge 

la luz azul 

de átomos claros 

de nuestro aire humano. 

Desciendo. 

Las aletas me estorban, 

como un insecto me arrastro por la escalera

y no hay nadie 

para decirme cuándo 

el océano empezará.

Primero el aire es azul y luego 

más azul y luego verde y luego 

pierde color y estoy perdiendo conciencia y 

sin embargo 

mi careta es poderosa 

llena la sangre con potencia 

el mar es otra historia 

el mar no es cuestión de potencia 

tengo que aprender sola 

a torcer mi cuerpo sin esfuerzo 

en el elemento profundo. 

Y ahora: es fácil olvidar 

a qué vine 

entre tantos que aquí 

han vivido siempre 

ondeando entre escollos 

sus dentados abanicos 

y además 

aquí abajo respiras de otro modo. 

Vine a explorar el naufragio. 

Las palabras son propósitos 

las palabras son mapas. 

Vine a ver el daño hecho 

y los tesoros que sobreviven 

Acaricio el resplandor de mi lámpara 

lentamente por el flanco 

de algo más permanente 

que peces o algas. 

Lo que vine a buscar: 

el naufragio y no la historia del naufragio 

la cosa misma y no el mito 

la cara ahogada de mirada fija 

hacia el sol 

la evidencia del daño 

gastada por sales y vaivenes 

hasta llegar a esta belleza raída 

las costillas del desastre 

curvando su declaración 

entre fantasmas tentativos. 

Este es el lugar. 

Y aquí estoy, las sirenas cuyo pelo negro 

fluye negro, el hombre sirena en su cuerpo blindado 

Rodeamos el naufragio 

buceamos en la bodega 

silenciosos. 

Soy ella: Soy él 

cuya cara ahogada duerme con ojos abiertos 

cuyos pechos aguantan todavía la tensión 

cuya carga de plata, cobre, bronce yace 

oscuramente en toneles 

medio abandonado y pudriéndose 

somos los instrumentos medio destruidos

que una vez siguieron un rumbo 

la bitácora comida por el agua 

la brújula equivocada 

Somos, soy, eres 

por cobardía o valor 

quien halla nuestro camino 

de regreso a esta escena 

llevando un cuchillo, una cámara 

un libro de mitos 

en el que no aparecen nuestros nombres.




en Siete Poetas Norteamericanas Contemporáneas, 2008

Foto de Nancy Crampton

























No hay comentarios.: