Vaciador de tu cara aquí en el vino,
derrochador de labios de experiencia,
necesitas la madre de la ciencia
para el goce frutal de tu camino.
Surcador de tu cara en caminatas
que a nada te llevaron, ahora aprendes
la senda verdadera entre las patas
animales que tú a este sol enciendes,
porque aprovechas bien el trajín sabio
de la vida que llévate, arrugada
de ser la bestia dulce hasta tu labio,
la sabia yegua nunca estacionada
que aprovecha la hierba de la senda
a trago bebedor, suelta la rienda.
en La greda vasija, 1952
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