miércoles, mayo 04, 2022

«Preparativos para la victoria», de Edmund Blunden

Traducción de Juan Carlos Villavicencio




Mi alma, sin terror a la pestilencia que envuelve 
El Valle; no te estremezcas, mi joven cuerpo,
Por estos tremendos y ruidosos humos y rugientes púas 
de hierro ardiente; todavía no se pueden arrojar
los dados que te reclaman. Muévete con valentía entre 
Estas ruinas, y lo que tengas que hacer, hazlo bien;
Miren, aquí los jardines, ahí las ramas con musgo cuelgan
Con manzanas cuyas brillantes mejillas no sobresalen de las otras, 
Y todavía queda una casa que un proyectil no destruyó.

«Haré lo mejor que pueda», responde el alma con tristeza, 
«Y dejaré una marca en el árbol que aún no ha sido asesinado,
Los símbolos de nuestros queridos hogares que trata de alcanzar la vista 
Y que sin embargo no veo como los debería ver.
Flotando entre ellos, un enemigo fantasma 
Le provoca náuseas a la luz, y la envenena, marchita, demacra, 
El menos ultrajado se vuelve desesperado hacia mí». 
El cuerpo, pobre y despiadado Calibán,
Se reseca y suda y gruñe para ganarse el calificativo de Hombre. 

Días o eternidades como un creciente oleaje
Se levantan, y todavía nos afanamos en este oscuro laberinto; 
Las bombas y las bobinas y las latas son cargados
Por hileras de esclavos para servir la llegada del días de los días; 
Un pálido sueño en sótanos viscosos apenas alivia 
la carga con sus breves vacíos. Miren, nosotros perdimos; 
El cielo se ha ido, sin luz, la neblina empapada 
De tormentas que calan los huesos; la tierra, el aire son enemigos 
El demonio negro salta el ladrillo rojo como la última imagen de la vida 
            que se va.



1918












Preparations for Victory

My soul, dread not the pestilence that hags / The valley; flinch not you, my body young. / At these great shouting smokes and snarling jags / Of fiery iron; as yet may not be flung / The dice that claims you. Manly move among / These ruins, and what you must do, do well; / Look, here are gardens, there mossed boughs are hung / With apples who bright cheeks none might excel, / And there’s a house as yet unshattered by a shell. // «I’ll do my best», the soul makes sad reply, / «And I will mark the yet unmurdered tree, / The tokens of dear homes that court the eye, / And yet I see them not as I would see. / Hovering between, a ghostly enemy. / Sickens the light, and poisoned, withered, wan, / The least defiled turns desperate to me». / The body, poor unpitied Caliban, / Parches and sweats and grunts to win the name of Man. // Days or eternities like swelling waves / Surge on, and still we drudge in this dark maze; / The bombs and coils and cans by strings of slaves / Are borne to serve the coming day of days; / Pale sleep in slimy cellars scarce allays / With its brief blank the burden. Look, we lose; / The sky is gone, the lightless, drenching haze / Of rainstorms chills the bone; earth, air are foes, / The black fiend leaps brick-red as life’s last picture goes.








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