jueves, mayo 26, 2022

Fragmento de una entrevista a Ray Liotta, de María José Arias



(1954-2022)


Alguna de las mejores series tiene a antihéroes como protagonistas. Casos como Los Soprano, The Wire, Breaking Bad… ¿qué nos pasa que nos gustan tanto los antihéroes?
Creo que representan la vida, así es como somos. Los hombres buenos hacen cosas malas y los malos, cosas buenas. Y es simplemente la naturaleza humana. Es muy interesante adentrarte en el mundo de otra persona. Afortunadamente no todo el mundo es malo, la mayoría de las personas son buenas. Creo que a la gente le resulta interesante ver el otro lado, porque hay gente haciendo ese tipo de cosas.

¿Cómo actor es más gratificante ser el malo de la historia?
Desde luego que sí, a mí me gusta mucho. Yo nunca me metería en una pelea. Todos los personajes que he interpretado son muy intensos. Para mí es muy divertido meterme en la piel de una persona totalmente diferente a como soy yo.

Usted comenzó su carrera en televisión y tras décadas de ausencia ha vuelto. La temporada pasada fue Texas Rising y esta, Shades of Blue, ¿ya no existe esa diferencia tan marcada entre actores de cine y televisión?
Totalmente. Es más como en Inglaterra, donde interpretar es interpretar. Da igual que sea en el teatro, en la televisión o en el cine. La clave está en dar vida a un personaje. Mientras que en Estados Unidos, cuando yo empecé, si estabas haciendo una serie de televisión era el final de tu carrera. Ahora las productoras de cine miran hacia la televisión para ver a quién fichar en sus películas porque traen con ellos a un público. Ha cambiado muchísimo. Lo mismo pasa con los anuncios. Ahora hay muchos actores que hacen publicidad. Yo he hecho, Kevin Spacey… Parece ser que ha cambiado. Hay que cambiar con el mundo sino estás perdido.

¿Se hacen mejores series que películas?
Creo que lo que pasa también, además del éxito de la televisión, es que ahora mismo en casa de la gente los televisores son mejores, puedes tener uno de gran formato en HD y estar viendo una película tan a gusto en casa. Steven Spielberg está haciendo un proyecto para que la película que estrenen el viernes puedas verla también desde casa pagando. Y el tipo de películas que están haciendo ahora son todas como de historietas y eso no llega a todo el mundo. Algunas son buenas, pero no son para todo el público.

¿No le gustan las películas de superhéroes?
Sí, voy a verlas. Algunas son muy transgresoras, pero ya no se ven tanto como antes.

¿Cómo se lleva, 25 años después, haber participado en Buenos muchachos (Goodfellas, 1990), una de las mejores películas de la historia?
Es genial. Uno siempre hace una película pensando en eso. Más allá de todo lo que aprendes y lo que te gusta actuar, uno hace una película para que la gente la vea. Haber participado en una que acaba de cumplir 25 años –hubo un homenaje en Tribeca por el aniversario– es maravilloso. Hoy en día vienen chicos de trece o catorce años y me dicen que han visto Buenos muchachos. Tengo una hija de 17 años y a muchos de sus amigos o novios les doy miedo porque han visto Buenos muchachos y les doy miedo (risas).

Usted que ha trabajado con Martin Scorsese, ¿qué le pasa a los Oscars con él?
Es una buena pregunta y cuando ves quién ganó el Oscar los años que estaba nominado… El año de Toro Salvaje ganó Robert Redford con un telefilm [Gente corriente] y con Buenos muchachos perdió contra Kevin Costner por Bailando con lobos. Compara Buenos muchachos con Bailando con lobos… es una locura. Pero bueno, así es la industria. Por lo menos le dieron uno. Aunque no sé si fue un premio más por toda su carrera porque creo que la película no era tan buena como las anteriores.

Buenos muchachos es y será una de las mejores películas de su carrera, pero a mucha gente, cuando escucha Ray Liotta, le viene a la mente la escena de Hannibal en la que se comía su propio cerebro. ¿Es la escena más perturbadora que ha rodado?
Desde luego, era tan realista... Montaron una especie de animatronic de mí en el que podías quitar la parte de arriba del cráneo y ver el cerebro. Entonces parece muy realista cuando [Anthony Hopkins] me quita la parte de arriba, me corta algo y me obliga a comer mi propio cerebro. Fue asqueroso, no he podido verlo después. Es realmente perturbador.





en Público, 6 de abril, 2016
























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