Tres poemas
Magnificat
Después del trabajo remunerado, inmune,
casi municipal, y de cuidar al hijo
que no caiga, y de hacer nocturno el amor,
apago los megavatios
y bebo alcohol hasta las puntas
(alcohol munerado, mune, casi nupcial)
y luego veo entre las costillas de las persianas
el alba naranja como una papaya madura
que cae del cielo
y se hace añicos contra el pavimento.
8 versos de homenaje al temblor de su cuerpo
Las magníficas puertas del templo de Bedo están cerradas
sus fuertes maderos recogen el rocío en sus venas
en sus ornados espirales feroces animales de bronce se aferran
a sus quicios
los cerrojos están ocultos y se guardan solos
una súbita bandada de aves cruza el cielo
placeres y noches tras estas puertas se adivinan de fuera
aguardo sentado bajo durazneros maduros aguardo
sentado como un perro que no mueve la cola
Tarma
en la hoguera
en la que ardes
arden también
las imágenes
que guardo
de nuestra noche
en Tarma
el huerto
de alhelíes
el dulce aroma
nocturno
de los eucaliptos
el ladrido lejano
todo en llamas
Publicado por Álbum del universo bakterial, 2022
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