No voy tan rápido hacia el olvido
ni tan lento hacia el recuerdo.
Una nave es la vida, sólo eso,
sin destino conocido. Acompáñame.
No sé hacia dónde iremos, pero en tanto
podríamos comprar un pedazo de tierra
e irla habitando paulatinamente. Primero,
una cabaña para ti y para mí,
con una ventana amplia hacia los árboles
y con una terraza siempre pequeña
bajo las estrellas. Después, las ampliaciones
para las hijas, los invitados, los familiares.
Habitaciones y piscina. Un tiempo
en el bosque, no muy lejos del mar
cuyo ritmo nos da la vida.
Pero si no me acompañas, piensa
¿qué haremos cada uno con su amor intransitivo?
Ir por esa soledad, callando el deseo difuminado
en cuerpos que pasan como estrellas fugaces
para quedarse solos, admirando uno que otro logro
de la vida doméstica y profesional.
O nada, ese puerto del aquí mismo,
donde naves encalladas levantan
ciudades de hierro ya enrojecidas.
Criar y proveer. Seguir y olvidar.
2015
No hay comentarios.:
Publicar un comentario