miércoles, abril 13, 2022

“Enigma número 8”, de Rosamel del Valle





No dejes flotar tu cabellera

En el bosque del verano

Por esa luz se va al martirio

Como en Pisa

Hacia el Arno mientras la torre

Nunca cesa de caerse

Y acompáñame

Bajo el ramaje del sol estival

Que tampoco tiene muerte

Estamos

En el mármol de la hierba

Con abejas y estatuas además de la música

Con el viento en ramas doradas a la espalda

Por una sola vez en la vida

Sin mancha alguna

Con pasos que resuenan

Por escalas en el fondo del mar

Ahora tus ojos son el torbellino

Que me despierta

El más bello viaje es el que se hace en los sueños

Sin torres en peligroso equilibrio

Sin la oscuridad frenética del Simplón

Y se nada en la nada

De ríos invisibles

Pero no temas

Al agua detenida en el ojo de las agujas

Al cuerpo ahogado

Al pez sonriente

A los anillos mágicos

Ni temas a esta sombra que soy

Alrededor de tus dientes

A este cuerpo agrietado

Por antiguas sequías

A estas manos

Que son todavía el lecho donde duermes

¿Recuerdas a los amigos bebedores de vinagre?

En tus ojos hay un violín

Para no ser olvidados del todo

No pienses dos veces en un cielo sin pájaros

No vivas dos veces en el mismo espejo

El mundo es lo que se deja en el baño

Y yo vivo sólo para lo que pierdes

Como la noche se aleja de los que se mueren

Y a aquel que se pregunta por qué no se le ven los huesos

cuando habla

No sabe vestirse ni desnudarse para la vida

Ni para el fruto amarillo que lleva dentro del cuerpo

Mientras más uno se oculta más canta el gusano

Y el terror viene siempre de esas pequeñeces sin instrumentos

El cielo se derrumba de noche

Y tus ojos se derrumban todos los días sobre mi cuerpo

Lo sé y tú lo sabes

Tú que todo lo deshaces

Para que todo sea cierto




en Adiós enigma tornasol, 1967

























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