Oprimí mi cabeza
y adiviné en la sombra sus pupilas,
desvanecí en mis manos su tristeza
y ungí mis sueños con su olor de lilas.
Palpó el silencio para hallarse... Muda
se distendió en espíritu y fragancia,
y, bajo el arco del amor, desnuda
se sorprendió en la estancia.
De sus ternuras presentí el reproche
y me agredí con ellas.
Mi corazón, lo mismo que la noche,
creció en la sombra y se llenó de estrellas.
¡Pájaro esquivo, pájaro azorado
que en los haces de luz de su ternura
como entre zarzas se quedó enredado!
en Antología de la poesía chilena, 1961
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