Después de despedirte,
la tristeza me invade.
Parece interminable...
¡Cuánto te echo de menos!
La nieve cubre la barandilla.
Apoyada en ella,
contemplo la lejanía.
Me agito las mangas
para sacudirme
la nieve y la cuita.
Sinuoso es el arroyo.
Los montes, superpuestos.
Por allí se ha marchado
el hombre que más quiero.
en Poesía clásica china, 2001
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