La calle bajando,
es una ola indiferente y ácida,
y el Fervor, desconocido;
la calle bajando,
pasan los adúlteros entre madrigales
desafiando el olvido como osados pordioseros.
Tristes,
quisiera llevarlos a un sótano de lino,
mirarlos,
y esperar con ellos los falsos ensueños.
La calle bajando,
mana el dulce vino de Ilona
como un alga doliente que se prolonga y vive.
Oh tú, que antes de eso
asistías a comidas con duques y marqueses,
arrugando a conciencia tus vestidos de seda
(Ilona, campesina sin esposo, es mi amor caído).
Tanta destrucción, tanto despego,
confirman mi presencia en el rebaño,
y estoy solo como un espejo sin eco,
como un vidente,
solo,
a pesar del manso Virgilio,
a pesar de las sirvientas olorosas,
y el callado río sensible a lo eterno.
es una ola indiferente y ácida,
y el Fervor, desconocido;
la calle bajando,
pasan los adúlteros entre madrigales
desafiando el olvido como osados pordioseros.
Tristes,
quisiera llevarlos a un sótano de lino,
mirarlos,
y esperar con ellos los falsos ensueños.
La calle bajando,
mana el dulce vino de Ilona
como un alga doliente que se prolonga y vive.
Oh tú, que antes de eso
asistías a comidas con duques y marqueses,
arrugando a conciencia tus vestidos de seda
(Ilona, campesina sin esposo, es mi amor caído).
Tanta destrucción, tanto despego,
confirman mi presencia en el rebaño,
y estoy solo como un espejo sin eco,
como un vidente,
solo,
a pesar del manso Virgilio,
a pesar de las sirvientas olorosas,
y el callado río sensible a lo eterno.
en Playa sola, 1946
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