Traducción de Cristián Gómez Olivares
¿Qué hacemos con el cuerpo, lo
quemamos, lo ponemos en la tierra o
bajo piedra, lo embalsamamos, le ponemos
miel, aceite y luego gasa, lo empujamos
para arrojarlo en una balsa en el agua?
¿Qué es lo que va a pasar con la memoria
de su cuerpo, si no se apura uno de nosotros
y rápidamente la registra? ¿Será la sal,
la luz tardía la manera como se diluya?
Hilo dental, guantes de goma, y la masticada
tapa de un lápiz que está lejos —¿cómo
estimaremos sus efectos, los tiramos
o seguimos usándoles, decimos que son
reliquias y los tratamos entonces como reliquias?
¿Cuentan sus sábanas manchadas? Si sí,
lavarlas, entonces, ¿sería un error?
Acerca de si debieran ir donde están
aquellos sin ropa de cama, o si debiéramos,
por la noche, cubrirnos con ella en su memoria,
por el día reflexionar sobre ella cuando esté doblada,
guardada, vacía. Aquí, en el suelo,
detrás de su cama hay una foto doblada
—¿por qué? ¿Eran amantes ellos
dos? ¿Significa, que la hayamos
encontrado allí, que se le perdió o la olvidó
o intentaba mantenerla a salvo? ¿Deberíamos
tratar de contactarlo? ¿Qué tal si este
otro hombre también está muerto? ¿O vivo,
pero no quiere recordar, es humano?
¿Está bien ser humano, y apartarse de la oblación
y la memoria, y olvidamos,
y a veces no podemos evitarlo y a veces
es lo único que queremos? ¿Cuántos gallos
o amaneceres toma todo eso? ¿Qué tal
si lo único que queremos es descansar
y nada más? ¿Se puede encontrar, por pequeño
que sea? ¿En qué hoyo está escondido? ¿Es, quizás,
un país? ¿Se necesita un guía para que nos diga
cómo llegar? ¿Tenemos que volar? ¿Tenemos
que nadar? ¿Qué voy a hacer, ahora, con mis manos?
en Yo solía decir su nombre, 2019
No hay comentarios.:
Publicar un comentario