Tres poemas
Navegando
Día a día destruirnos,
pisando nuestros cordones
caminar sin rumbo, guiados solo
por nuestras carencias
desgastando nuestro hígado
tal como lo hacemos
con nuestras suelas.
Sin el vaivén, ya no somos barco
piloteados por nuestra bilis
navegar al ritmo
de los vasos al encallar
como témpanos
en la garganta.
Antípodas
a Viktor Kossakovsky
Sumerge su cabeza
en el agua como si
entrara
a un espejo
no eres Carroll
eres
un niño
que descubre su rostro
por primera vez
el cuello negro surge
como un verso
«grulla» emite la madre
en un parque de Zheng Zhou
sacude sus plumas
emprende el vuelo
hacia el Río Amarillo
en la provincia
de Henan, China
no eres
Alicia
eres
una niña
jugando
con la palabra grulla
por primera vez
tu rostro reflejado
en la esfera
miras la grulla
con los dedos indicas el precio
en el Parque Forestal,
en Santiago de Chile
emerge su cabeza
desde el lago
como si saliera
de aquel espejo
un artesano
talla la imagen
vendida lejos
de Zheng Zhou.
El tiempo
Leí,
las obras completas
de Blanca Varela.
Dos veces el Aleph,
vi,
crecer una flor
en el cactus huérfano
de la casa.
Mi nombre escrito
en el polvo del televisor
Regreso,
veinticinco años
Laura Palmer
y
aun no sabes
si Audrey o Shelly
Solo
una ceja
cuando quiero
dibujar
tu
cara
Solo
una ceja
cuando quiero
dibujar
tu
cara
soñé,
con el Aleph y los cuadros de
Leonora Carrington.
Con los Hermanos Mitchum
& Las Tres Coristas
pasé,
años frente
al televisor
y
nunca el polvo
sobre
mi
nombre
se limpia.
Andesground Ediciones, Santiago de Chile, 2021
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