domingo, julio 25, 2021

“De la mezquita a la taberna”, de Hafez Shirazí





Al ver la imagen de tu rostro en el espejo de la copa,
por la sonrisa del vino,
la codicia sin medida sucumbió el enamorado.
 
Con una aparición única en el azogue,
tu bella cara tantos dibujos formó
como ilusiones sin fin en el espejo.
 
Tantas hermosas imágenes y tan distintos esbozos
luz son del rostro de la muchacha que en la copa se refleja.
 
Amor celoso cortó la lengua de todos los selectos,
y así en la boca del pueblo
cayó el misterio que los apena.
 
Será, señor, que en el templo no me verás en adelante:
los labios de la copa absorben mi labor,
de la muchacha, el semblante.
 
No por mi pie fui a parar de la mezquita a la taberna:
consecuencia de mi sino
desde el primer día ha sido.
 
¿Qué hará el que el círculo del tiempo
como un compás no culmina,
el que ha caído en el giro de los días?
 
Cada momento mi abrasado corazón nuevo favor obtiene.
¡Observa a este mendigo!
Consigue limosna como merece.
 
Bajo la espada de su tristeza hay que ir bailando,
pues quien de su mano muere
buen fin ha hallado.
 
Del pozo de tu barbilla se colgó en tu rizo el corazón;
Salió presto del pozo,
mas en la trampa cayó.
 
Ebrios de amor,
los sufíes juegan con la mirada,
solo Hafez, de corazón doliente,
tiene mala fama.



en 101 poemas, 2001













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