Versión de Juan Carlos Villavicencio
En un mundo injusto
es extraña la verdadera hombría.
El atardecer se desvanece con la lluvia
que desnuda los árboles en flor.
Alto viento de la mañana
y el rastro de las lágrimas secas.
Te escribiría lo que hay en mi corazón:
apoyado en un cerco es que hablo a la distancia.
Qué arduo ha sido todo.
Cada uno sigue su camino.
Atrás quedaron nuestros días.
Como largas cuerdas de un columpio, mi alma
enferma gime siempre.
El sonido del cuerno suena frío
y es la noche la que se ha vuelto antigua.
Temeroso de que alguien vea mi dolor,
intento ocultar mis lágrimas sin secarlas.
Qué arduo ha sido esconderme.
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