No hay un pasado
sino una multitud
de muertos.
No hay incas ni virreyes
ni grandes capitanes
sino un ciento
de amarillos papeles
y un poquito de tierra.
Un señor hubo y decía
a sus esclavos: el oro es bueno
y Dios está en el cielo.
Un soldado hubo y decía
a quien le oyera:
mato porque me pagan
y no sé lo que es cielo.
Pero ésta no es una historia
sino veinte palabras
que nada dicen.
en Para vivir mañana, 1959
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