domingo, marzo 14, 2021

Homenaje a José Molina (1975-2019). Tres poemas y una nota.





El alma humana está formada por una suerte de espejos que reflejan nuestra percepción del mundo. En los poetas, este juego de luces especulares teje el poema y revela una variedad de formas. Pepe, como poeta consciente de su historia y de su tiempo, hilvana la geografía que habitó mayormente, Oaxaca, con su constante movilidad de viaje.

El estoicismo del viejo Séneca asegura que los amigos son un bien más de cuantos podemos poseer y que como cualquier otro bien, nos pueden ser arrebatados. Jamás confundamos al amigo con la amistad, ésta es un don. Y aunque los amigos se vayan, lo que sentíamos por ellos siempre quedará. Lo mismo sucede con la poesía; nosotros nos iremos, pero aquello que regalamos al mundo, pervivirá.

Sirvan estos versos para recordar a José Molina, conscientes de que su amistad está presente en los poemas que nos dejó como herencia.

César Elí García
Oaxaca, México


                  
diles que no me chinguen

vendrán más pitos a
adornar los monos de toledo

un ejercito de monos que jugaban felices
con sus pitos
y sus nueces

a masturbarse en las paredes
de recintos coloniales
restaurados

escurriendo semen por los acabados

inflados de gloria
sobre los cuetes de
la calenda

habría que entender los gemidos
que los excitan

gemidos de cabildeo y de botella
vacía de mezcal

la aridez del coito en una tierra baldía

mientras los monos suben y bajan
en sus maromas perpetuas

eyaculando tinta sobre las
ruinas y grietas
de una masa que se olvida





vejaciones a la hora del té

nos quedaron las cuentas
y el mesías de domingo
un saldo negro

un toque de chica palacio
la voz de un perro narrando los
infortunios del club
llamado américa

la cansada conquista de los santos
sobre los diablos rojos y
el ocaso de los pumas

nos quedará el sinsabor de
procesión y vela ahumada
la liturgia del letargio

se queda tu color ámbar
sobre la flecha y el libro
de la afrentas en el
bolsillo izquierdo
de la derecha

junto a las flores crecerán los ojos

se queda el olor del tequila
centenario por las venas

se quedaron los mirones
la lucha libre el partido
verde

y nos quedamos callados





P-town

¿O atados a la deidad
del goce ríen ahí
no más su relincho de vivir, la adolescencia
de su fragancia?
Gonzalo Rojas, Playa con andróginos

Amanece un poco cada instante
queda el principio
empujados a una playa donde
el roce juega de mentiras
y los chicos se cogen de la mano
cuando las chicas se sacuden la
la cintura de arena
y ser infantil es tan ingenuamente
profundo como el misterio de
las aguas porque se hace necesario
besar las capas de los libros y
olvidarlo todo como las bestias
que mueren de tristeza sin saber
cazar o los trenes que se abandonaron
en el campo para fungir de plantas.
Un hombre aterrado pasa a lado
y levantando ligeramente la mirada
del suelo balbucea principio de
romance y después intentará
convencerse de que el sueño es
delirio y la escritura una bofetada
para ponerse la máscara y salvarse
de la asfixia para no rogar
y cobijarse los oídos
entre los niños
aparentar sobrevivir
negando el esplendor
de las caricias prohibidas
como si los besos
retenidos no existieran
o el amor fuera apenas
una función accidental.
Quedan las toallas húmedas en la arena
y el silencio que se aferra a significar nada


* * *


Mucho tiempo perdí
en nacer
o no ser
o nacer perdido
parido en una krankenhaus
la villa franca
de mis sueños.




(Selección de César Elí García)














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