Fuegos
cruzados: por las mañanas se escuchan las bandadas de pájaros. El roquerío
brilla cuando el agua se retira de ninguna parte. En ocasiones crecen espinos y
los pequeños ciervos hieren sus pies al atravesar los descampados. Alguien
juega al simulacro. Construye embarcaciones por si algún día debe abandonar la
isla. Construye una casa por si algún día llega alguien. Alguien juega al
simulacro. Ella camina descalza. Habita la isla y en su soledad se entiende con
el viento. Es su destino responder a las horas del día, por si alguien, más
allá, estuviera mirando. Mira crecer el musgo entremedio de la roca: así da
cuenta del paso del tiempo. Un año, se dice, dos. Y sigue contando.
*
Una isla
en la mitad del mar. Cada atardecer es ahí un final. Y entonces el día vuelve a
comenzar. Los amaneceres se multiplican. Ella entierra palabras en la arena.
Las limpia con agua salada. Descubre lugares escondidos. Pequeños manchones de
selva, animales salvajes que hablan a su oído. El paisaje es lunar. Todos los
soles ciegan su vista.
*
El miedo
es un tábano. Se muerde la cola. Se viste de negro. Su sonido es el de los que
caminan para atrás. Con las manos atadas. Con la piel ennegrecida. El miedo
aparece como la sombra que me habla de pequeña. No hay mayor placer que
desaparecer.
en Antología Bilingüe
PO-EX, 2018
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