Entre tanta imagen hermosa y terrible que he podido ver desde que el pueblo chileno dijo BASTA a un sistema neo-liberal escandalosamente abusivo, quiero destacar esta foto de una performance realizada el 31 de octubre, por el colectivo Yeguada Latinoamericana, frente al monumento a los carabineros, a pasos de plaza Italia, el corazón de la capital. Monumento que lleva el número once escondido en sus pilares, aludiendo al día en que comienza una dictadura militar que hasta ahora parece no haber terminado.
Mientras Isabel Plá, la «ministra de la mujer», guarda silencio cómplice frente a las numerosas denuncias de ataques sexuales a mujeres, niñas y también a hombres, por parte de las fuerzas armadas, ellas elaboran sin pedir permiso una acusación directa, que de alguna manera ajusticia a las víctimas pasadas y presentes. Porque saben que penetrar, vejar, e infringir dolor en el cuerpo, es una manera brutal por parte del Estado de decir que este les pertenece. Que por tanto debes obedecer y esconderte en tu casa por miedo a que te pase algo. Entonces, a través de este gesto desinhibido, desde la conciencia del poder transformador del arte, la Yeguada da cuenta de la vulnerabilidad actual de quienes están hoy reclamando lo mínimo para una vida digna, poniendo en el centro ese primer territorio que hay que defender y recuperar, ya que ha sido explotado durante siglos. Una acción poderosa realizada en plena calle, espacio donde, a pesar del toque de queda, las lacrimógenas, las balas, balines y perdigones a quemarropa y en plena cara, por fin el pueblo se está encontrando, dialogando y articulando una nueva realidad.
Vallejo & Co., noviembre 2019
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