lunes, agosto 17, 2020

«A mi madre», de Leopoldo María Panero





(reivindicación de una hermosura)


Escucha en las noches cómo se rasga la seda
y cae sin ruido la taza de té al suelo
como una magia
tú que sólo palabras dulces tienes para los muertos
y un manojo de flores llevas en la mano
para esperar a la Muerte
que cae de su corcel, herida
por un caballero que la apresa con sus labios brillantes
y llora por las noches pensando que le amabas,
y dice sal al jardín y contempla cómo caen las estrellas
y hablemos quedamente para que nadie nos escuche
ven, escúchame hablemos de nuestros muebles
tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con
empuñadura en forma de pato
y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra
y ahora que el poema expira
te digo como un niño, ven
he construido una diadema
(sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)





en Poemas del manicomio de Mondragón, 1987










Fotografía original de Michela Scalia 


















1 comentario:

g dijo...

"y que la nieve es nuestra"

Ese retazo me ha hecho entender la verdad de un instante vivido hace más de otro años. La nieve se hizo presente en el tránsito de mi padre, la nieve se hizo nada más que para él.

Bello Panero, en cualquier caso, siempre.