Tras los versos de Zhang Zhi-fu bajo las candelillas
del sauce, usando sus mismas palabras que resuenan.
Parece que aún no alcanzan a ser flores,
nadie siente lástima de ellas cuando caen como lluvia.
Abandonando su hogar,
deambulan a un costado del camino;
creo que no tienen sentimientos que compartir,
pero sí podrían tener profundos pensamientos.
Mira la pena entumecer sus tiernos corazones,
sus ojos melancólicos casi disparados por el sueño,
a punto de abrirse, ahora se cierran otra vez.
Sueñan partir con el viento muchas millas
por largo tiempo para encontrar un hombre de corazón tierno,
pero están excitadas por la canción de las oropéndolas.
No me aflije que las candellilas del sauce se vayan volando,
pero aquellas que cayeron rojas en el Jardín del Oeste
no se pueden rescobrar. Cuando amanece el día
y termina de llover, no podemos encontrar sus huellas
salvo en un estanque, desparramadas junto a lentejas de agua.
De las tres gracias de la primavera,
dos se han ido con el polvo del camino,
y una con las olas. Pero si sólo
miras de cerca, nunca encontrarás
candelillas pero sí las lágrimas de quienes las cortaron.
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