Paulo Freire: Muy bien, yo sé, ustedes no saben. Pero ¿por qué yo sé y ustedes no saben?
Campesino: Usted sabe porque es doctor. Nosotros no.
PF: Exacto. Yo soy doctor. Ustedes no. Pero ¿Por qué yo soy doctor y ustedes no?
C: Porque usted fue a la escuela, ha leído, estudiado y nosotros no.
PF: ¿Y por qué fui a la escuela?
C: Porque su padre pudo mandarlo a la escuela y el nuestro no.
PF: ¿Y por qué los padres de ustedes no pudieron mandarlos a la escuela?
C: Porque eran campesinos como nosotros.
PF: ¿Y qué es ser campesinos?
C: Es no tener educación ni propiedades, trabajar de sol a sol sin tener derechos ni esperanza de un día mejor.
PF: ¿Y por qué al campesino le falta todo eso?
C: Porque así lo quiere Dios.
PF: ¿Y quién es Dios?
C: Dios es el padre de todos nosotros.
PF: ¿Y quién es padre aquí en esta reunión?
Casi todos levantando la mano, dijeron que lo eran. Mirando a todo el grupo en silencio, me fijé – dice Freire – en uno de ellos y le pregunté.
PF: ¿Cuántos hijos tienes?
C: Tres.
PF: ¿Serías capaz de sacrificar a dos de ellos, sometiéndolos a sufrimientos, para que el tercero estudiara y se diera buena vida en Recife? ¿Serías capaz de amar así?
C: ¡No!
PF: Y si tú, hombre de carne y hueso, no eres capaz de cometer tamaña injusticia, ¿Cómo es posible entender que la haga Dios? ¿Será de veras Dios quien hace esas cosas?
Silencio
PF: No, no es Dios quien hace todo eso. ¡Es el patrón!
1992
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