Los muertos, según creemos,
han dejado para siempre
de saber. Pero si lo hubieran
sabido antes, ¿qué hubieran
hecho? ¿Habrían peleado
como pelearon? ¿Hubieran dado
sus vidas, las de sus mujeres
y amigos, padres y hasta hijos
como lo hicieron, luminosos
y feroces? ¿O se hubieran dedicado
(en vez de a hacer la revolución)
a la literatura, el cine, la docencia,
la pesca? Si los muertos, digo, hubieran
conocido el futuro: ¿habrían hecho
lo que hicieron? ¿O se hubieran quedado
tomando vino, fumando
y conversando a la luz de las estrellas
acerca del destino del país,
este terrible país que amaron
incluso hasta la muerte?
en La muerte duplicada, 2019
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