El
porvenir es tan irrevocable
como
el rígido ayer. No hay una cosa
que
no sea una letra silenciosa
de la
eterna escritura indescifrable
cuyo
libro es el tiempo. Quien se aleja
de su
casa ya ha vuelto. Nuestra vida
es la
senda futura y recorrida.
Nada
nos dice adiós. Nada nos deja.
No te
rindas. La ergástula es oscura,
la
firme trama es de incesante hierro,
pero
en algún recodo de tu encierro
puede
haber un descuido, una hendidura.
El
camino es fatal como la flecha
pero
en las grietas está Dios, que acecha.
en La moneda de hierro,
1976
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